Frente a la amenaza de la revolución socialista y comunista, al igual que había ocurrido en otros países de Europa, surge en España un partido perteneciente a la familia de los fascismos. El 29 de octubre de 1933 se celebra el mitin fundacional de la Falange en el Teatro de la Comedia de Madrid. Nacía el fascismo español.
Al mismo tiempo, Calvo Sotelo, destacado líder de la derecha católica monárquica y autoritaria, apostaba por alguna de las variantes del fascismo al declarar el 18 de noviembre en su mitin del Cine Royalty que:
Yo os digo que pasó la hora del parlamentarismo inorgánico... España necesita un Estado fuerte, no de clase, sino sobre todas las clases; no antirreligioso, sino espiritualista: no autoritario, sino con autoridad... La cosa, en fin, es muy clara: nuestros revolucionarios, enquistados en Proudhon y Rousseau, conciben la sociedad como simple coordinación horizontal de ciudadanos, pero contra natura, y nosotros la concebimos como una coordinación vertical que descansa sobre jerarquías históricas, flexibles y unitarias. [...] Por regla general, al menos en España, la exaltación de los partidos políticos coincide con la mutilación de los intereses nacionales, morales y económicos.