El 5 de febrero de 1938 estaba previsto el comienzo del ataque franquista. Iban en vanguardia las la División y la 4a de Navarra, junto a una brigada de la 82ª. Todo estaba preparado desde la madrugada del día 4, cuando Yagüe tuvo noticias de la deserción de cuatro soldados del Regimiento de San Quintín, perteneciente a la 4a de Navarra. Por causa de estas deserciones era de presumir que el enemigo estaría alertado del ataque que se iba a producir en horas, por no decir en minutos. En la madrugada del día 5 los servicios de información del Marroquí informaron a Yagüe de la existencia de una «orden secreta de defensa», cursada a las doce de la noche del día 4, por el responsable de la 132' Brigada Mixta republicana, en la que, gracias a la información de los desertores, alertaba de un seguro ataque de los nacionales. Esta orden secreta decía:
Hay que resistir a toda costa, sin idea de repliegue y agotando cuantos medios se dispongan para que el enemigo no pueda franquear nuestras líneas, produciéndole fuerte desgaste y contraatacando con todo vigor, con el pensamiento de que, sea cual fuere la contingencia del combate, el terreno no puede ser abandonado aun en la idea del aplastamiento físico y material propio, sacrificándose por la moral de resistencia. [...] Ante la disyuntiva que plantea el enemigo, debe la fuerza propia, al emplazar los tiros de destrucción de la artillería contraria, situarse en los abrigos de que disponga para, cuando comience la acción de la infantería enemiga, actuar con toda energía y rechazar su ataque.