La falta de efectividad y prestigio de la Guardia Civil parece que era una realidad. En 1944, con carácter estrictamente particular, el ministro del Ejército Asensio escribió a los capitanes generales para que dieran todo el apoyo posible a los guardias:
Me refiero al cuerpo de la Guardia Civil y a la disminución de la eficacia de su peculiar servicio por un complejo de motivos imponderables que afectan gravemente a su fuerza moral, a su satisfacción interior y, en definitiva, tanto o más que al cuerpo, a la garantía del orden público y al bienestar social en los medios rurales y en los pequeños núcleos urbanos que son la mayor parte de España. La razón de la eficacia del cuerpo estuvo siempre en su autoridad moral más que en su fuerza. La mera presencia de la Guardia Civil bastaba para imponer el orden e infundir la tranquilidad en los campos.