A lo que respondió a vuelta de correo el tal Medrano:
Salamanca, a 11 de mayo de 1937.
Excmo. Sr. Don Juan Yagüe. General jefe de la División 4 de Madrid. Juncos.
Mi respetado y querido general.
A mi regreso de Palencia me entregaron la carta, órdenes y planos que con gran diligencia nos ha enviado Vd.
Me doy perfecta cuenta de cuanto Vd. me dice, que lo considero acertadísimo, y así se lo comunicaré al teniente coronel Barroso para que a su vez informe al Generalísimo.
Le devuelvo el plano y los perfiles como Vd. me indica, y me quedo con las otras dos reproducciones y con las cesiones y órdenes de operaciones.
Huelga decirle a Vd. que nuestro mayor deseo es que nos dejen ir al frente, pero actualmente nos han canalizado hacia el de Vizcaya, cosa que no es compatible con que mantengamos el enlace con los frentes de Madrid... más que acatarlo.
Si se resuelve alguna cosa a la vista de sus informes, se lo comunicaremos inmediatamente.
Ya sabe Vd. que puede disponer de nosotros como mejor le plazca, pues nuestra misión es estar constantemente al servicio de los que se baten en primera línea.
Salude a todos los que tiene a su alrededor y Ud. reciba un abrazo respetuoso y cariñoso de su buen amigo y subordinado que le quiere.
A estas alturas Yagüe ya tenía fama de buen táctico, de jefe eficiente y entregado, lo que le iba a producir que siempre fuese llamado para resolver los peores entuertos.
En la noche del 10 y el mismo día 11 Yagüe reforzó el sector de Toledo con la 4ª y la Banderas de la Legión y varias piezas de artillería de montaña y otra del 10,5. Poco después, como ya hemos indicado, comenzaba un nuevo e intenso ataque por parte de veintiocho batallones republicanos, poniendo todo el peso del mismo sobre la posición n° 7, guarnecida por la 6a Bandera de la Legión.
El día 12 tuvieron que ser relevados del frente la 6a Bandera de la Legión y los Tiradores de Ifni por dos tabores de Regulares de Larache y la 10ª Bandera de la Legión. Ambas unidades habían quedado prácticamente aniquiladas. En este combate ganó la 6ª Bandera una Laureada colectiva y una Medalla Militar Individual para el alférez Orozco. Se había pagado un precio muy alto, pero la práctica totalidad de las unidades del Ejército Popular que habían intervenido en estos combates eran incapaces de seguir combatiendo. En este sector del frente ya sólo se oían algunos disparos de fusil y algún cañonazo aislado.
Después de esta batalla, el día 13 de mayo, empezó la dislocación de las fuerzas acumuladas en el sector de Toledo bajo el mando de Yagüe. El día 20 las líneas nacionales quedaron con su guarnición normal, a pesar de que no había cesado el fuego de fusilería y el bombardeo de sus posiciones. Esta situación se prolongó hasta el 8 de junio.[343]
Ese día le fue confiado al aún coronel Yagüe, habilitado como general de brigada, el mando accidental del 1° Cuerpo de Ejército del Centro, sin dejar el de su división. Se hizo cargo del mismo en Villa del Prado.[344]
Yagüe, siguiendo su costumbre, visitó detenidamente todo el territorio bajo su mando y procedió a mejorar sus fortificaciones, rectificó las trincheras y construyó caminos cubiertos y abrigos, fortificando también la nueva posición de Espartina en prevención de ataques del enemigo. El 12 de junio empezó a mejorar las fortificaciones de Los Carabancheles y, tras ordenar la voladura del barrio de Teral, comenzó a construir una nueva línea de atrincheramientos.
Los combates y golpes de mano continuaban de forma intermitente a lo largo de todo el frente, especialmente en la Cuesta de las Perdices, con escaramuzas en torno a la carretera de Extremadura, el barrio de Usera y la Ciudad Universitaria. El 20 de junio los republicanos atacaron con decisión el cerro de Almodóvar, en la parte norte de la carretera de Valencia, pero fueron rechazados con muchas bajas.
Yagüe procedió a la reorganización de las centurias y banderas de Falange bajo su mando. La Bandera de Sevilla nació de los restos de la antigua, reforzada con nuevos reclutas; la de Cáceres se reorganizó con los restos de las tres que habían llevado este nombre; también se refundó la Bandera de Marruecos; la 1ª, 2ª y 3ª Banderas de Castilla, muy castigadas, fueron recompuestas con sus escasos supervivientes iniciales, a los que se unieron falangistas de las centurias de Madrid, Toledo, Zamora y Tenerife. La Falange de antes de la guerra, la Vieja Guardia, quedó casi aniquilada entre la represión roja y los primeros combates de la Guerra Civil. No es de extrañar que la poderosa y extensa Falange de la guerra se tuviese que nutrir de antiguos derechistas, católicos e incluso izquierdistas reciclados, ya que sus seguidores iniciales yacían en gran medida enterrados en las fosas comunes de las cárceles rojas y en los campos de batalla de toda España. Los dos tercios de requetés se tuvieron que fundir en uno, para luego volver a desdoblarse y recobrar sus antiguos nombres de Alcázar y Cristo Rey.
Es en estos momentos cuando el ejército sublevado procede a una reorganización en profundidad de sus unidades. Todos los batallones de infantería, banderas y tercios pasan a estar estructurados por cuatro compañías de fusileros, una de ametralladoras, más una sección de morteros, con unos efectivos aproximados de setecientos cincuenta hombres cada una, al tiempo que se les dotaba de los oficiales y suboficiales necesarios para su encuadramiento, sobre la base de la nueva plantilla normalizada de batallón. Las unidades de milicias fueron igualmente forzadas a organizarse sobre los modelos que tenían las unidades regulares del ejército. Todos fueron dotados de armamento individual para sus efectivos, contando con ocho ametralladoras pesadas, doce fusiles ametralladores y morteros de 50 y 81 mm, según disponibilidad. Se les vistió y equipó al completo, con toda clase de material.
Como consecuencia de esta reorganización, y ya agrupadas las fuerzas dispersas, quedó la 4a División de Yagüe con las siguientes fuerzas: tres banderas de la Legión (7a, 8ª y 12ª); dos tabores de Regulares; un tabor de la Mehala; doce batallones de infantería de línea; ocho banderas de Falange; dos tercios de Requetés; la consabida compañía de Renovación Española; la 1ª Compañía del 9° Batallón de Argel; y la Compañía de Intendencia con Sección de Máquinas de Granada.
Al mismo tiempo, el 1° Cuerpo de Ejército del Centro, bajo su mando, quedó integrado por las Divisiones 14a, del coronel Carroquino, la 11ª de Bartomeu y la 12ª de Asensio, con dieciocho regimientos cada una, más las brigadas de la Ciudad Universitaria y la brigada de Ponte (incompleta, formada con restos de la 107 División), de guarnición en el sector de Talavera. A estas fuerzas estaban agregadas la 13 División de Barrón y la 150 de Eduardo Sáenz de Buruaga, la 108 del Cuerpo de Ejército de Galicia, más la brigada de caballería de Monasterio. Además contaba con treinta y cinco baterías. En total, la infantería bajo su mando estaba compuesta por siete banderas de la Legión, diecinueve tabores de Regulares, cuatro tabores de la Mehala, cuarenta y ocho batallones de infantería regular, diez banderas de Falange y dos tercios de requetés, más cuatro compañías de la Guardia Civil, una sección de intendencia y una sección de ametralladoras del Regimiento de Infantería de Granada.
El 19 de junio, desde el balcón de la Jefatura Provincial de Falange, en la toledana plaza de Zocodover, Yagüe anunció la caída de Bilbao. En aquella arenga dijo:
Debéis quitarles con gran cuidado la sucia camiseta roja, y con más cuidado y amor todavía ponerles vuestras limpias camisas verdes o azules, apretándoles bien contra el corazón los emblemas en ellos bordados, y hablándoles como hablaríais a unos hermanillos pequeños, inculcarles la verdad de nuestros ideales de patria grande y libre para todos los españoles, y ya veréis cómo esos rojillos, valientes porque han nacido como nosotros en esta España de héroes, reniegan de sus ideales y se convierten en falangistas como vosotros, en legionarios como vosotros.