Argelia, 1920 ࢤ 2003
El bullicioso puerto. Llueve. ¿He venido a qué? ¿A contemplar las blancas naves aquí de pie?
Se oscurece en el muelle todo con el gentío.
Sobre el gentío, en el humo, el sol quedó colgado. Puede que te olvidase. Dime ¿qué te ha pasado?
Levó anclas el barco, navega en la distancia.
En torno, invierno, y todo es como un sueño en medio de esta lluvia terrible, rodeado por el tedio.
Dime si puedes, ¿dónde tranquilizas tus penas?
La lluvia en el espacio desata tu poder. Sólo ha pasado medio día y es ya anochecer.
¿En qué lugar te escondes, dónde encuentras refugio?
¿En el cine? ¿O en el rincón de un bar acaso? Se bebe, hay voces, luces tras la sombra del vaso.
¡Y sobre tus palabras escupirán aquí!
Llega el alba y con ella el paisaje, con sangre dibujado, surge ante mí.
Canta y canta la voz,
canta y vuela sobre las colinas
en el país de la pena, el dolor, el destierro.
En derredor hay sólo el hielo, el viento, la tempestad mortal. Pero la voz canta porque el destierro no sea eterno,
porque otra vez la menta dé su flor y ofrezca la palma sus fruto y termine nuestro dolor...
¡Oh, muchacha de corazón entristecido, en el invierno ensangrentado cantas tú que florecerá la primavera!
Versiones: Miriam Rosabal y David Chericián