Alemania, 1891 ࢤ 1958
Él conmovió el sueño del mundo
con palabras relámpagos: venían
a través de países y fronteras,
de boca en boca, sobre ferrocarriles,
atravesando ríos,
izadas como rojas banderas
en los grandes desfiles:
«¡Proletarios de todos los países, uníos!».
Él conmovió el suelo del mundo con palabras fusiles, palabras hachas y cañones, barricadas, ejército iracundo— marcharon bolcheviques batallones desde Minsk a Samara— jinetes rojos, chispas voladoras— un sol metálico en el horizonte es cada cúpula que dora centelleante el Moscova.
Él conmovió el sueño del mundo con palabras de trigo y aceituna, con palabras que fueron un ejército contra la hambruna; sus palabras, columnas, de año en año de Rusia araron el terrón profundo. Palabras que determinaban: «¡Nuestro ha de ser todo este mundo!».
Él conmovió el sueño del mundo. Cuando en los continentes su voz suena, suena como campanas a rebato y como si quebrara las cadenas. Revoluciona su palabra. Subterráneo fuego, revolución, de los obreros y los campesinos carne y sangre y corazón.
Él conmovió el sueño del mundo con palabras que fueron usinas, fueron tractores, pozos, máquinas,
casas, minas— martilleo en las fábricas, eléctrica corriente— con imborrable fuego escritas están en todo corazón y mente.
Él conmovió el sueño del mundo, ¡ay, de los hartos y de los durmientes! Sus palabras golpean como la resaca, sacuden a las masas indolentes. Conmueve Lenin el sueño del mundo con puños, con los puños de millones, con huelgas, mítines, trabajo anónimo y manifestaciones.
Nosotros conmovemos el sueño del mundo con palabras enterradas en prisión, con palabras que han sido fusiladas y que tienen cerebro y corazón—. Sacudimos el sueño del mundo y el mundo de su sueño se recobra, nuestro verbo es acción, no descansamos hasta que al fin culmine nuestra obra.
Versión: Francisco de Oraá
Mi patria, tú, mi tristeza, Mi tierra en penumbra gris, Mi cielo, tú, mi azul, esa Patria, tú, mi estar feliz.
Vendrán un día a contarte Que estando yo desterrado Te envié, para alabarte, Una canción de recado. Una canción escribí Para ti, para tu unión, Y para llorar por ti En lo oscuro, una canción...
Brilló un cielo solo, a esa Tierra volvió una paz gris— Alemania, mi tristeza, Patria, tú, mi estar feliz.
Versión: Malena Barro y David Chericián
Mientras yacía en la tierra, un camarada vino a cubrirle el rostro con un paño. La sangre de la cara acribillada tiñó la tela con su rojo baño.
Quedó tendido. No tenía semblante. En vez de cara, la bandera roja. ¡Amigo, adiós! Permite que recoja tu cara por bandera, ¡y adelante!
Sé que este tiempo en el que vivo inmerso lo puede todo. Ningún otro habría tan grande como él. ¡Haz y reverso del tiempo auguran que comienza el día!
Con ímpetu tremendo voy cambiándome, por no perder mi tiempo, crezco y crezco. Y el nuevo tiempo, mira, va formándome y transformándome: ¡le pertenezco!
Su entraña me convence, me demuestra que él es el tiempo, ¡el mío! Y si tuviese que escoger otra vez entre los días
de nuevo lo escogiera, y me parece que escuchara en veladas lejanías: ¡siglo veinte, a nosotros, edad nuestra!
Versiones: Eliseo Diego