Polonia, 1897 ࢤ 1962
En su agonía los republicanos mojan la calle con su sangre y han escrito en las paredes con su mano, con su sangre: ¡No pasarán!
Lo grabaron con fuego y sangre en medio de barricadas de alma y adoquín. Nació la libertad en el asedio, más que la muerte ya no tiene fin.
Madrid: dos años el fascista intento de a hierro y fuego su forma horadar. La libertad es patrio monumento que violencia y presión quieren quebrar.
Libertad, equidad, fraterna suerte en mi verso que en sangre brota están. Si muere, anuncie a través de su muerte la esperanza: ¡No pasarán!
¡Si el corazón tuyo sufriera, arráncalo al pecho en pedazos! Salga, triunfal, la primavera en sangre, al puente de los brazos.
Basta que el rojo cañón ruja si en tu canción la sangre no obra. ¡El ojo firme, el diente cruja! ¡Alerta! La palabra sobra.
¿Qué, si la fuerza, a culatazos, nos rompe rostros y costillas? ¡Al muro, por la brecha, a pasos de triunfo! El hoy es la Bastilla.
La maza el pecho no quebranta. Aprieta los labios sangrantes... Vendrá el día límpido que canta hermosos cantos exultantes.
1925
Versiones: Francisco de Oraá
Al Norte, veo nuestra casa en ruinas,
mas veo también libertad, justicia y trabajo.
Ya es hora de que nuestras manos empuñen
el arado, el pico y la pluma.
Ya es hora de que edifiquemos nuestro hogar,
ya es hora de que retornemos a nuestra tierra.
Como las aves que llegan de lejanas orillas, ganaremos de nuevo nuestras tierras,
donde, sobre las tumbas, tañe la campana de los cementerios, donde, entre las ruinas y los escombros, ronda todavía la miseria.
Ya es hora de que volvamos, ya es hora de sacudir la tierra de las tumbas, de transformar toda la vida; y nuestras manos son fuertes...
Engancharemos a los arados viejos
la fuerza del caballo de vapor...
¡La tierra para quien la trabaje! ¡Ya no hay esclavos!
¡Igualdad! ¡Instrucción! ¡Y tractores!
Marchad, mineros, a vuestras profundas galerías, haced que grite el pico y cante la perforadora, de un tajo a otro, arrancad, extraed el carbón que os entrega vuestra tierra natal.
Esos lingotes negros partirán hacia Szczecin, hacia Gdynia, hacia Gdansk... ¡Oh, Trabajo, oh Trabajo, oh, Trabajo! Ya no eres avasallada, Polonia laboriosa.
Que brote todo un bosque de chimeneas, que zumben los telares de Lodz, Tejiendo ropas para aldeas y ciudades: hay que vestir a los niños de los suburbios.
Que silbe el acero en los hornos, ¡Al asalto, las fábricas de abonos! Ferroviarios, haced que bramen a lo lejos mil locomotoras nacidas de nuestro sudor.
A los mástiles, marinos! ; ¡Izad nuestra bandera clara sobre el esplendor del Báltico polaco! ¡Que el héroe que hundió al «Águila» cruce las aguas en travesía triunfal!
Soldados de Narvik y de Cassino, leones furiosos, leones blindados, la nueva Polonia reclama hazañas nuevas. ¡Manos a la obra, sin tardar!
¡Y vosotros, aviadores, santos de nuestro tiempo, saltad a los aviones con presteza! Berlín, para vuestros ojos bien abiertos, no es ya más que un castillo de naipes... Y el mismo día aterrizaréis en Varsovia.
¡En pie, Varsovia, aplasta la violencia!
No, que no sea la antigua, ésa no...
Hoy en día, he ahí tu nuevo cuerpo
que forjan el arquitecto, el albañil y el poeta.
Miles de corazones forman hoy uno solo: ésa es, Polonia, tu imagen de hoy en día; regresemos, hermanos, y levantemos en Varsovia mil casas de cristal.
¡Arranquemos a puñados la tierra! ¡Arranquemos los ladrillos de las ruinas! Construyamos la casa para alojar nuestro corazón en la Polonia independiente y libre.
Con el brazo, con el corazón, con la cabeza, hagamos realidad nuestro sueño de siempre. Es nuestro hogar el que edificamos... ¡Canto, enséñanos a amar!
VIII
A la orilla del Vístula está la ciudad más bella que nuestra muerte cuando las vidas se extravían en las historia: la ciudad donde es hermoso vivir y morir, la ciudad de la buena esperanza.
¡Varsovia,
columna quebrada, Varsovia,
aplastada como María, mi mujer, Varsovia la orgullosa, estás viva!
El Vístula corre desde Cracovia, desde Sandomierz,
viene desde todas las tierras de Polonia.
Mira:
aquí está Varsovia.
Para aquel que contra ella levante la mano ¡un balazo en la frente!
Detrás de los andamios no puede verse la ciudad, crecen edificios, altas fábricas. Así al socialismo surge de Mazovia nuestra visible casa.