Alemania, 1914 ࢤ 1967

El golpe en la nuca, el puntapié sea alabado— el latigazo que en la cara quema.

Siempre cuando el dolor humano al orgullo humano se enfrenta, surge el esclavo Espartaco el insurgente

Este siglo en rebeldía brinda al milenio rebelde— un saludo,

¡llega tu día, camarada Espartaco! Vi mil veces

despuntar los brotes primaverales

desde tu muerte,

pero

nunca antes hubo tal esplendor.

Si bien suspira Europa—

¡sin embargo Asia ríe!

La cálida África está plena

de frescas fuentes.

Vi brillar dientes, fuertes y blancos,

vi

cabezas lanudas, que se inclinan

sobre los libros.

Pero sudan los dioses blancos

y su miedo demuestran,

Camarada Espartaco: El momento está cerca,

...Hasta en Prusia;

aun cuando giman

los viejos y los nuevos amos—

pedazo a pedazo

la propiedad robada de los antepasados retorna a los hijos,

a la mano campesina la hacienda del amo. Largo tiempo fue siervo el campesino, pero ya se acostumbrará. También se vive,

cuando no hay que pagar al hacendado.

La lógica cojea— la dialéctica sonríe. La época

lleva una estrella roja al pelo, adornada,

para más rica y sabia regresar al comunismo y las buenas teorías

del que un día partió en busca de la felicidad y la riqueza.

Tenían hierros viejos y algo de audacia apenas, pues casi no tenían fuerzas tras la derrota. Sobre nuestros días se dirá: Sus corazones llenos de amarga hiel estaban, y sus vidas corrían por rieles desgastados, se dirá—

y se estará sobre terrazas encristaladas— y se señalarán los puentes— y se mostrarán los jardines— y a los pies se verá la ciudad nueva y se dirá:

De aquellos que pusieron sus cimientos se burlaban, y ellos pasaron hambre, pero a pesar de todo, plantaron, construyeron y removieron los escombros.

Y junto con la acción bien meditada, maldecían.

Ay,

aún dudaban de sus propias fuerzas. Pues una herencia maligna,

la guerra y el engaño de la guerra, perturbó sus sentidos. Pero a las guerras siguió la época de las emulaciones.

Y la época de las emulaciones. fue el comienzo de todo.

¡Qué arduo es, hambriento, cavar la tierra dura y encontrarse sediento ante el vino espumoso! Ay, tener pozos, minas y a la vez tener hambre,

y ser sabio y a un tiempo pobre como un mendigo.

Ay, el hambre empequeñece, la pobreza corrompe, el amo de este siglo aún no tiene zapatos. Tú, mano laboriosa, tú, cubre, tú, libera con bienestar la tierra. ¡Mano, bendita seas!

Por las flores de mayo, cerezos que se besan, se deshiela en lo hondo el manantial dorado. ¡Pon raíles, extrae carbón, luz de los ríos! Llena está de miel la época, y sus abejas de ira.

Madura el grano y no deja esperar por él. Qué fácil es estar hambriento y ser un sabio. Tú, feliz jardinero, tú, escarda tu jardín, tú, feliz jardinero, ¡el jardín es ya tuyo!

Versiones: Malena Barro y David Chericián

Asalto al cielo - Antología poética
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