Estados Unidos, 1897 ࢤ 1976

Y después que el Gobernador Faubus guiara su ejército contra Little Rock y el General

Walker dirigiera sus tropas contra la Suprema Corte y el Gobernador Wallace echara sus granaderos sobre Birmingham y después de 300 años de: «si eres blanco, entra;pero si eres negro, fuera!» y después que 20 millones de nosotros dijimos: ahora, ahora mismo, y un cuarto de

millón marchamos sobre Washington y después que el ejército secreto del Gobernador X y el Senador Y violara 41 veces la

Constitución en Birmingham y nadie fuera arrestado, acorralamos a cuatro niñas negras en el sótano de una Iglesia y las ejecutamos usando dinamita en una fórmula secreta.

Y sus nombres eran Denise McNair, de 11 años; Carrol Robertson, Addie Mac

Collins y Cynthia Wesley, todas de 14.

Y Cynthia fue identificada sólo por su ropa y un anillo.

Y después nadie dijo una palabra, sólo su memoria quedó inquieta entre nosotros

preguntando

¿las amaremos tanto tiempo como crece la hierba y las llevaremos en el corazón

cuando triunfemos, algún día, y comprenderemos que realmente ellas murieron para que nosotros siguiéramos viviendo?

Y la fecha de ejecución fue el Día de la Juventud en la Iglesia Bautista de la Calle

16, en Birmingham.

Tu voz hendida ¡la de tus huesos y mis sueños! ¡Qué atrás de tu dolor se quedan las palabras! ¡Qué sílabas pequeñas para dolor tan grande!

Luis Cardoza y Aragón

Y Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen

con pinchazos eléctricos

quemaron los genitales

de los manifestantes de Georgia;

con el arma oculta

apuntaron a la espalda de Medgar Evers en Jackson Mississippi.

Y Dios dijo: En el principio era el Verbo

y dinamitaron iglesias en Birmingham, Alabama

y un domingo quemaron vivas a cuatro niñas.

Y Dios miró todo lo que había hecho:

desde los radioactivados campos arroceros de Viet Nam del Sur hasta los estudiantes presos en Plaquemine, Louisiana.

Y vio que era bueno:

Porque el sol sale por la mañana con las tropas federales que garantizan la Integración por la fuerza. ¿Y qué de la ciudad de Baal en Texas?

¿También los adoradores de Petróleo en Dallas serán salvados?

Y Dios dijo:

dejad que los niños se acerquen a mí.

Y cuando supieron que el Presidente había sido asesinado

gritaron ¡Viva! ¡Viva! y agitaron las manos. Eli, Eli —¿qué ángel vengador

ordenó estos horrores televisados

que paralizaron la Tierra durante 3 días mientras sólo nuestros corazones latían? ¿Descansarán los culpables hasta que sospechemos

de los ídolos bronceados de la General Motors? de las pétreas imágenes de Tel and Tel?10de la Gomorra de la Bolsa de Valores? Eli, Eli, ¿seguiremos al caballo sin jinete hasta el fin de nuestros días?

Y los cielos se abrieron y Elías sentado en una rueda

dijo: Mirad, Dios ha hablado y el sol sale por la mañana

para aquellos que buscan heredar la libertad en la Tierra.

(fragmentos)

Querido Señor Presidente:

Lo que está en riesgo es la supervivencia de mi país —no como cráter geológico sino como pura e independiente nación. Naturalmente que ésta es una aventura amorosa para mi vida, porque no tengo otro lugar como esta casa. En un extremo del arco iris están un muchacho y una muchacha. Es lo mismo en todos los idiomas. ¿Por qué envidiar las rosas de Siria o las madres oaxaqueñas con sus olivos?

Las puertas del cielo están esperando ser abiertas en casa.

¿Por qué no amarnos tú y yo en casa y dejar las mujeres de las islas a otros nadadores?

No es la idea de verme convertido en cenizas junto con Lillian y nuestra casita en los pinares de South Jersey; a los 65 años no me queda tanta vida como para que importe. Lo que me horroriza es la vergüenza de semejante cosa; que yo sea responsable por lo que he hecho o dejado de hacer para evitar que mi país sea convertido en un lote baldío, allí donde la civilización de Manhattan florecía. ¡Oh, mástiles del Pacífico! crean en mi vergüenza, en mis lágrimas: en todos estos años

no han inventado en el Gobierno una oficina para el Colector de Poesía.

La Cumbre sólo escucha canciones que la aplaudan.

Pero: ¿es que quienes están sabiamente gobernados, necesitan arcos cubiertos de edictos

y escuelas para niños felices con las puertas cerradas? El Colector de Poemas debería colectar la verdadera voz del Pueblo y aquellos que son criticados deberían escuchar a tiempo:

¡Soldado! —quédate, hermoso como eres ¡En casa!

No me anima saber que mis pinares no serán los únicos en desaparecer, y no me aflige el futuro de la raza humana —ella sobrevivirá con gente interesante del Tibet, Tierra del Fuego y el Yukcn, como descendientes socialistas de lémures y dinosaurios. La amiba en nosotros no será olvidada.

Escarabajos de cinco estrellas en posturas militares, magnates de polaris y otros importantes vampiros todos ellos productores de mierda planean nuestra supervivencia.

¡Pero escuchen!

¿Han pensado en un poema?

Si no,

los diccionarios electrónicos os maldecirán.

La sintaxis ciclotrónica deshará vuestros huesos

y vuestros sermones no serán escuchados por los

querrilleros, Fulano de Tales y otros

fantasmas de la palabra

que antes tan dulcemente cantaran desde

la Puerta, de Oro hasta Harteras.

Supongo que se debe a mi extracción burguesa —esta persistencia de nacionalismo en mí— pero es el destino de mi país el que más me importa. La humanidad entera puede cuidarse a sí misma —eso es asunto suyo y está bien entrenada para hacerlo— habiendo sufrido ya la Caída de Egipto, Grecia, Roma, la

Dinastía T'ang y Carlomagno. Pero mi pobre, pequeño Estados Unidos —tan frágil con su pulida superficie de 200 años, tan despistado aún ahora, con 20 millones de nosotros insistiendo: «¡unamos a los Estados Unidos!» El sol trepa la escala solar; viene de su recóndito hogar con polen en las manos para que todos los niños inhalen el sagrado aliento de la vida a su manera ¡África! ¡África! El sol no puede trepar solo. ¿Dices que esperas el alba? ¡Si tú eres el alba! A través de la barrera de calor la vida dorada flamea con certidumbre. A través del Congo y el Mississippi tus hijos reúnen sus multitudes,

cada uno de ellos como sol que ilumina el Nuevo Mundo. ¿Qué será de Abraham Lincoln en su tumba de Washington si lo asesinan de nuevo y esta vez para siempre? ¿Estará acaso, tan orgulloso como Whitman, de los jóvenes caídos en la batalla de Gettysburg? ¿Y dónde, en el resto del mundo, podrá florecer otra vez una raza como la nuestra?

Confieso mi debilidad: no es la humanidad la que me duele, sino la idea de lo que nosotros en los Estados Unidos pudimos haber sido.

Porque: ¿qué otro pueblo podría haber hecho del socialismo un deporte, tan rápidamente como los chicos y chicas de Harlem, Chicago Sur, las cuevas del Golden Gate y de otros puntos del Norte y el Sur? No es nuestra desaparición física lo que mueve mi ansia. Es la idea de nosotros, ahora, que si nos extinguimos quedaremos como una mentira.

...y Horacio lo dijo así al pueblo romano hace 2 000 años...

¿A dónde van ustedes tan apresurados en esos uniformes recién lavados? ¿Es que no hay suficientes soldados ya en Gaul y los Pirineos? ¿Temen que no vayamos a quemar las torres de Seythia

o que nos abstengamos de manifestar en las calles de Cartago;

o que, de acuerdo con el oráculo de Delfos,

sus catapultas se abrasen en su propio fuego?

¿Por qué, en vez, no luchan con

osos pardos en la Vía Appia?

O podrían vencer a los dragones de Cathay aquí en casa. Respondan —la manera como corren al infierno

hace pensar que están ahogados en vino siciliano. ¿O es que enceguecieron por cruzar tan a menudo los Alpes?

Y yo

estoy ahora experimentando maneras de hacer sobrevivir el papel (no preguntando, como Shakespeare, por qué la calamidad estaría cubierta de palabras), sino trabajando duro en una elegía para todos los hijos de nuestra Era Interglacial.

Vamos a extinguirnos —no como la luz, sino como la Negra Muerte, que el resto del mundo impedirá a nuestras ratas propagar. Es nuestra ausencia de todas las fiestas y celebraciones y danzas de mañana lo que me parte el alma hoy. Porque la única muerte es morir solo.

Ésta es la época del suicidio limitado porque

te salvo de que te destruyas con ametralladoras y bayonetas, porque tengo una bomba de 100 megatones fabricada por el Dios Serpiente a quien no importa cómo mueras —ni en cuántos fragmentos— lo que interesa es que la deuda nacional se reduzca a tiempo para que otra generación de robots renueve el ataque.

Y es esencial saber con precisión las fallas del computador

enemigo, si quieres conservar la ventaja a tu favor.

También, a qué microsegundo del día llega a su punto medio, para que puedas ajustar el sistema de alarma a sus altas y bajas. En estas circunstancias nuestros vecinos vivieron una

vida pura y normal, el porcentaje de nacimientos aumentó, el de muertos

descendió, y todos vivieron felices en los barrios

de colorín colorado. A través del istmo humano, donde el último profeta aguarda la palabra final y nuestro Sueño Norteamericano espera vivo, imploro de todos nosotros aquella palabra que hará vivir hoy a nuestro hermoso mañana.

Y como nuestros antepasados indios lo dijeron:

¿Qué cosa es más hermosa que una tierra sin tumbas donde el miedo ha sido desterrado? Donde la bravura no sangra porque no hay enemigo,

donde los guerreros de las Ciento Una Tribus

arrancan el más enhiesto pino

y en el agujero que deja

arrojan sus armas y petardos,

profundo en la tierra,

tiran todas sus lanzas,

y plantan de nuevo el árbol. Luego,

una vez ganada la Gran Paz,

encontraremos la tierra

donde la verdad no tiene nombre

porque no hay más mentiras;

donde la caridad no tiene hogar

porque no existe el hambre;

donde nadie es ya

Héroe Desconocido

y nadie es profeta—

porque la luz de la sabiduría

está en todas partes...

y el amor

AMOR AMOR

(y más amor)

que nos reparte el sol,

que pone fiesta en las tormentas

y convierte cada cuerpo en una flor

que te busca, América.

Asalto al cielo - Antología poética
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