Croacia, 1913 ࢤ 1943
(fragmentos)
De repente sentí olor a ceniza; Desde mi aldea y sus casas quemadas Vino con más recuerdos en la brisa: Bodas, vendimias, bailes, animadas Tertulias, duelos, que sembró la vida Hoy por la muerte en nada convertida.
¿Dónde quedó la mínima alegría Que relumbró en los nidos, el aroma Del huerto, y el rosal que se movía Con un tenue susurro de paloma Y en polvo de oro el sol del mediodía?
¿Dónde el rumor del huso, la ventana Con pedazos de cielo, la despierta Levadura que canta, la mañana Alumbrando el umbral de cada puerta? ¿Dónde están los cencerros del ganado Que de lejos se escucha por las huellas? Cien años a mi aldea han sepultado, Viene el sueño y se encienden las estrellas.
No hay llantos, risas, cantos, juramentos; La luna entre ceniza a brillar vino: Se secaron las fuentes, soplan vientos Negros; un perro muerto en el camino.
¿Hay sitio aquí para tristezas, males, Donde soporta y sufre el ser humano
Y los culpables viven como iguales, Hay sitio aquí donde golpee la mano?
¿Hay sitio donde tenga llanto el niño, Padre la hija, el hijo madre, y pena La hermana, y que el hermano con cariño Ponga en su pecho muerto una azucena?
¿Lo hay para que den dicha las flores
Y pida sacrificio su belleza?
¿Hay más riquezas que unos sinsabores, Una choza, su arcón, su única mesa?
Truena en el bosque un ruido de montañas. Luego una ráfaga hija de su ruido. Después, perdiéndose, oigo las guadañas Por encima de mí, sólo un sonido. Se lucha. ¡Vienen ya los vengadores! ¡La alegría me inunda de clamores!
En mi pecho arden todos los hogares; Por la sangre vertida, la venganza Es torrente en mis venas; mis pesares Un sol de libertad rompe en su danza; Hacia el humo de hogueras más ardientes, Irrumpo, hacia clamores más potentes.
Me hallaron entre rocas extendido Héroes desconocidos, mis hermanos; Cantaron como el sol recién nacido Que fulgura, su luz tuve en mis manos. Dije: «Es un sueño. ¿Quién, quién a mi lado Cantó? ¿Quién las heridas me ha curado?
Por mi frente sentí una mano suave Y una voz dulce dijo: «¡Camarada, Guerrilleros! Descansa. Que ya acabe Tu sufrir, tu agonía está vengada.» Alcé las manos a la voz gentil, Palpé el cabello, el rostro... y el fusil.
Rompí a llorar y lloro todavía Con el pecho y la voz, pues no tengo ojos, Que mis últimas lágrimas un día Rodaron con mi sangre y sus despojos. ¡Pero aun sin fuerzas ni pupilas quiero Con ustedes luchar, ser guerrillero!
¿Quiénes? ¿De dónde? No lo sé, mas siento Que me alumbra su luz, que su alegría En mi silencio canta. Y sé, contento, Que aunque me muero vivo todavía... Vuelvo a ver en su canto ancho y fecundo Como el pueblo y el sol de un nuevo mundo.
Versión: David Chericián