Hungría, 1877 ࢤ 1919
Soy el nieto de Gyorgy Dózsa, un hombre noble, triste y pobre que llora la angustia de su pueblo. ¡Eh, señores!, sería bueno hablar a los hombres que usan guadaña porque el verano es violento.
Violento es el verano y es recta la guadaña. ¡Eh, señores!, hay muchos puños almidonados. ¿Qué será si el errante pueblo de Gyorgy Dózsa fluye con rabia enorme en un torrente airado?
Si viene el pueblo, ¡eh, señores!, ¿qué será de los palacios viles, este ejército infame adonde correrá cuando vengamos todos con llaves tintineantes las puertas a cerrar?
«Por liberar a los pobres, a la casa provincial Del gobierno, decidido, alzó el vuelo el pavorreal».
Delicados, orgullosos, con plumas de luz lozana, Proclaman esta noticia: distinto será el mañana.
Será el mañana distinto, por fin distinto, y verán Nuevos ojos, nuevas caras que al cielo sonreirán.
Los árboles ancestrales hacen gemir nuevos vientos, Ya esperamos, ya esperamos nuevos húngaros portentos.
O estamos locos y a todos nos destruye la maldad O esta fe que proclamamos será pronto realidad.
Nuevos hornos, nuevos santos, nuevas fes y llamaradas, Si no sois ciertos, hundíos de nuevo en la niebla-nada.
O inunda el fuego la casa de gobierno ya anticuada, O nuestra alma permanece como hasta hoy sojuzgada.
O cobran los verbos húngaros sentido nuevo, o perdida quedará entre los despojos la triste húngara vida.
«Por liberar a los pobres, a la casa provincial gobierno, decidido, alzó el vuelo el pavorreal».
Día y noche mi padre, en fatigosa labor corre sudando aquí y allá, otro hombre más grande que mi padre no hay en ningún lugar.
Las ropas de mi padre están raídas, pero a mí va a comprarme un traje nuevo y con amor me habla de un hermoso futuro para el pueblo.
Mi padre es prisionero de los ricos, le hacen daño, lo humillan, lo maltratan, pero siempre nos trae por la noche la voz de la esperanza.
Mi padre es luchador, es un gran hombre, nos da orgullo a nosotros, nos da fuerzas, porque incapaz sería de humillarse ante algunas monedas.
Es mi padre hombre pobre y afligido, pero si a su hijo tanto no atendiera, podría detener esta terrestre, comedia gigantesca.
Si mi padre quisiera, ya no habría ricos, sería suyo su sudor, y serían mis compañeros todos lo mismo que yo soy. Si mi padre dijera una palabra, ¡ay!, muchos temblarían al oírle, y ya no vivirían esos muchos contentos y felices.
Mi padre sin cesar trabaja y lucha, no existe otro, quizás, más fuerte que él, pues mi padre es también más poderoso que el mismo rey.
Versiones: Susana Vályi Nagy y David Chericián