Se reúnen en este volumen de poesía, que se publica en saludo al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, más de cien poetas en un conjunto de cincuenta países.
A nadie puede ocultarse que una antología de poemas revolucionarios de todo el mundo y de todos los tiempos habría requerido una masa colosal de papel impreso, inadmisible en un volumen como el presente. Adoptamos por ello una restricción que adquiere, sin embargo, cierto honor simbólico, pues nos permite abarcar dos grandes fechas de la historia contemporánea: el año 1848, que abre la antología y en que "un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo", y se publica el célebre Manifiesto, y la fecha que la cierra, aquella en que estalla la gran revolución de 1917, cuando las banderas del socialismo y el comunismo ondearon por primera vez en un palacio oficial y quedó establecido de modo irreversible el primer Estado obrero y campesino del mundo.
Debemos añadir que se ha preferido insertar aquellos textos en que al ímpetu creador revolucionario va unida una alta calidad artística: es la obra de grandes poetas que en todas las épocas y en todos los países han puesto su voluntad y su talento al lado de los oprimidos, aun con riesgo de la vida. Esto, cuidándonos al mismo tiempo de cualquier riesgo de dogmatismo, de cualquier criterio esteticista estrecho o apasionado. Muestra de ello puede ofrecerla el grupo de poetas de la Comuna de París, que si no todos alcanzan una alta categoría lírica2, escribieron sus mejores poemas tras las barricadas y se hicieron merecedores de la frase con que Carlos Marx calificó aquella heroica actitud, el asalto al cielo con que hemos titulado esta selección.
Nos ha parecido justo, más aún, indispensable, la inclusión de los poetas mártires de nuestra América —Javier Heraud, peruano; Otto René Castillo, guatemalteco; el haitiano Jacques Viaux; el nicaragüense Leonel Rugama; los cubanos Raúl Gómez García, Agustín Gómez Lubián y Sergio Saíz. Algunos de ellos habían ya alcanzado notables logros en su producción; otros fueron sorprendidos por la muerte en plena lucha, apenas estrenadas sus armas literarias y cuando acababan de rebasar el temprano límite de la adolescencia.
Inclúyese también un conjunto de poetas, como justísimo homenaje a los luchadores palestinos, que enfrentan ahora mismo la agresión sionista del Estado de Israel, realizada con la ayuda técnica y material —incluso directa— del imperialismo norteamericano. En esta lucha participan los poetas no sólo con sus versos, sino con el ejemplo de su abnegación y heroísmo. Algunos guardan prisión en las cárceles israelíes, otros empuñan las armas en los destacamentos guerrilleros, otros, en fin, afrontan el dramático y cotidiano riesgo de la clandestinidad.
La misma razón nos obliga a incluir poemas encontrados en cadáveres de guerrilleros vietnamitas caídos en combate; héroes que no lograron gozar de la victoria contra el imperialismo norteamericano, cuya derrota hace aún más ostensible el desplome del vencido invasor.
Bien que no exenta de rigor, como ya hemos advertido, esta selección está lejos de constreñirse a poetas comunistas y socialistas, pues incluye a quienes supieron, en su tiempo y de acuerdo con su circunstancia, entregar obra y vida a los humildes, y combatieron en todos los campos, con todas las armas, con toda su poesía, al opresor.
Abre las páginas de esta antología un poema de Heine "Los tejedores de Silesia", en versión de José Martí. La cierran los versos presurosos y férvidos de quien alcanzó en sí mismo las más altas calidades del hombre de letras y del hombre de acción, arquetipo ya en nuestra época del hombre nuevo: Ernesto Che Guevara.