Alemania, 1797 ࢤ 1856
Con ojos secos, lúgubres y ardientes, Rechinando los dientes, Se sienta en su telar el tejedor: ¡Germania vieja, tu capuz zurcimos! Tres maldiciones en la tela urdimos; ¡Adelante, adelante el tejedor!
¡Maldito el falso Dios que implora en vano, En invierno tirano,
Muerto de hambre el jayán en su obrador! ¡En vano fue la queja y la esperanza! Al Dios que nos burló, guerra y venganza: ¡Adelante, adelante el tejedor!
¡Maldito el falso rey del poderoso Cuyo pecho orgulloso Nuestra angustia mortal no conmovió! ¡El último doblón nos arrebata,
Y como a perros luego el rey nos mata! ¡Adelante, adelante el tejedor!
¡Maldito el falso Estado en que florece,
Y como yedra crece
Vasto y sin tasa el público baldón; Donde la tempestad la flor avienta
Y el gusano con podre se sustenta! ¡Adelante, adelante el tejedor! ¡Corre, corre sin miedo, tela mía!
¡Corre bien noche y día, Tierra maldita, tierra sin honor! Con mano firme tu capuz zurcimos: Tres veces, tres, la maldición urdimos: ¡Adelante, adelante el tejedor!
Versión: José Martí
Yo soy la espada, soy la llama.
Yo he iluminado tu sendero oscuro; cuando las líneas chocaban, en la batalla, yo iba delante de ti, en las primeras filas.
Yacen en torno a mí los cadáveres de mis amigos, pero salimos victoriosos; salimos victoriosos, pero en torno a mí yacen los cadáveres de mis amigos. Entre el júbilo, a la canción de triunfo, se mezclan las lamentaciones por los muertos. Pero no es tiempo de llorar ni de regocijarse. Suena de nuevo la trompeta, otra vez vamos al frente a la batalla—
Yo soy la espada, soy la llama.
Versión: David Chericián