UN DISCURSO SUSURRADO

18 de septiembre de 96 d. C.

Cloacas en el subsuelo de la Domus Flavia, hora sexta

—¿Cuántos pretoríanos hay? —preguntó Spurius.

Marcio bajó de lo alto del muro de la cloaca y respondió entre dientes, musitando rabia, porque eran demasiados, demasiados.

—Veo una docena, pero hay algunos más. Quizá sean veinte o veinticinco.

—Muchos —respondió el veterano sagittarius.

—Muchos —confirmó Marcio y se volvió hacia sus hombres.

El curator de las cloacas se había retirado unos pasos, como dejándoles algo de intimidad a aquellos guerreros en el momento de salir al combate. A Marcio le pareció una actitud apropiada por parte de aquel anciano que los había guiado por las entrañas de Roma. Miró entonces a cada uno de los gladiadores. Estaban tensos, con los músculos marcados por el ansia del combate. Estaban preparados y eran buenos, pero sintió que la tarea era tremenda. Muy pocos iban a volver con vida, quizá ninguno. Fue en ese instante cuando, sin haberlo previsto, Marcio sintió que debía decir unas palabras. Y las dijo. Para sorpresa de todos, habló más de lo que había hablado seguido desde que su amigo Atilio muriera bajo el filo de su espada en la arena del anfiteatro Flavio.

—Los pretoríanos son muchos y están bien armados —hablaba en voz baja, en un susurro que evitaba que se le oyera más allá de unos pasos, pero con la suficiente intensidad para que su puñado de gladiadores le entendiera perfectamente—. Pretoríanos bien armados, sí, y son fuertes y veteranos de las guerras de Roma, pero os diré una cosa: llevan años sin luchar a muerte, sin temer realmente por sus vidas, no como nosotros, que sabemos lo que es salir a la arena sin estar seguros de si volveremos algún día. Ellos creen que son fuertes, pero son sólo sombras de una fuerza: su poder reside en ser muchos, pero hoy, sin que ellos lo sepan, van a ser menos de los que pensaban y nosotros no nos detendremos ante ninguno y los atravesaremos a todos con nuestras espadas. Ellos se creen fuertes y creen que han estado en combate, pero no saben lo que es el combate a muerte, cara a cara, sin posibilidad de evitarlo, sin redención. Podéis apuñalar, morder, pisar, golpear; me da igual lo que hagáis o cómo lo hagáis, pero os vais a abrir camino hasta que lleguemos a la cámara del emperador y allí, allí… —a Marcio le brillaban los ojos—… allí mataremos a quien nos gobierna a todos, a quien lleva años decidiendo sobre nuestra vida y sobre nuestra muerte. Los pretorianos son muchos, pero sólo vosotros sois los que habéis estado allí, mirando a la muerte a la cara, sintiendo que todo depende del gesto miserable de un maldito hombre de carne y hueso, un hombre que se cree un dios, que se cree mejor que todos nosotros. Pero oled, oled esta cloaca. —Inspiró con fuerza y todos, algo confusos pero totalmente absorbidos por su parlamento, le imitaron e hicieron lo propio: el hedor de las cloacas imperiales les hizo poner muecas de asco en cada uno de sus rostros—. Sí, amigos, la mierda del emperador huele igual de mal que la de cualquier otro, y os aseguro que sus huesos y su carne se quebrarán ante nuestras espadas igual que la de cualquier otro hombre. Hoy es el principio de una nueva vida para todos nosotros. Hoy es el día en que somos nosotros los que decidimos sobre la vida y la muerte. Hoy se cambian las normas; como en las Saturnales, pero nada de juegos de entretenimiento por las calles de una ciudad ebria: nosotros cambiamos las reglas y las cambiamos para jugar a vida y a muerte. Hoy el anfiteatro, la arena, están ahí arriba, en la Domus Flavia, en el palacio imperial de Roma. Hoy es el día en que Tito Flavio Domiciano, emperador del mundo, de su maldito mundo, va a morir —y calló.

Todos estaban en éxtasis. No por las palabras en sí sino por el hecho de que Marcio hubiera sido capaz de hablar tanto, de decir tanto y tan bien en aquel momento; todos sabían que a Marcio le movía la más profunda de las venganzas, y estaban seguros de que aquél era el día que Marcio había esperado durante años para vengar a su amigo Atilio: unos vieron aquel combate; otros habían escuchado cómo el resto refería aquella lucha con tintes de gloria trágica y todos sabían que el gran amigo de Marcio había muerto por culpa del emperador. Les impresionaba que Marcio hubiera sido capaz de encontrar la forma con la que devolver el golpe o, al menos, de intentar devolver el golpe recibido. A todos les movía el oro y las ansias de libertad, pero aquellas palabras, aquel sentimiento de venganza contra quien tanto daño les había hecho desde la inmunidad absoluta que le concedían cinco mil pretorianos, les insuflaba una rabia adicional que Marcio estaba convencido de que todos iban a necesitar.

—Némesis está con nosotros, siempre lo ha estado y hoy no nos va abandonar —concluyó Marcio. Se volvió hacia la boca de la gran alcantarilla imperial e hizo una señal a los dos sagittarii, al veterano y al más joven—. Empezaréis vosotros. Apuntad bien.

Los asesinos del emperador
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
dedicatoria.xhtml
52_split_000.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
index_split_006.xhtml
index_split_007.xhtml
index_split_033.xhtml
index_split_034.xhtml
index_split_035.xhtml
index_split_036.xhtml
index_split_037.xhtml
index_split_038.xhtml
index_split_039.xhtml
index_split_040.xhtml
index_split_041.xhtml
index_split_042.xhtml
index_split_043.xhtml
index_split_044.xhtml
index_split_045.xhtml
index_split_046.xhtml
index_split_047.xhtml
index_split_049.xhtml
index_split_050.xhtml
index_split_051.xhtml
index_split_052.xhtml
index_split_053.xhtml
index_split_054.xhtml
index_split_055.xhtml
index_split_056.xhtml
index_split_057.xhtml
index_split_058.xhtml
index_split_059.xhtml
index_split_060.xhtml
index_split_061.xhtml
index_split_062.xhtml
index_split_063.xhtml
index_split_064.xhtml
index_split_065.xhtml
index_split_066.xhtml
index_split_067.xhtml
index_split_068.xhtml
index_split_069.xhtml
index_split_071.xhtml
index_split_072.xhtml
index_split_073.xhtml
index_split_074.xhtml
index_split_075.xhtml
index_split_076.xhtml
index_split_077.xhtml
index_split_078.xhtml
index_split_079.xhtml
index_split_080.xhtml
index_split_081.xhtml
index_split_082.xhtml
index_split_083.xhtml
index_split_084.xhtml
index_split_086.xhtml
index_split_087.xhtml
index_split_088.xhtml
index_split_089.xhtml
index_split_090.xhtml
index_split_091.xhtml
index_split_092.xhtml
index_split_093.xhtml
index_split_094.xhtml
index_split_095.xhtml
index_split_096.xhtml
index_split_097.xhtml
index_split_099.xhtml
index_split_100.xhtml
index_split_101.xhtml
index_split_102.xhtml
index_split_103.xhtml
index_split_104.xhtml
index_split_105.xhtml
index_split_106.xhtml
index_split_107.xhtml
index_split_108.xhtml
index_split_109.xhtml
index_split_110.xhtml
index_split_111.xhtml
index_split_112.xhtml
index_split_113.xhtml
index_split_114.xhtml
index_split_115.xhtml
index_split_116.xhtml
index_split_118.xhtml
index_split_119.xhtml
index_split_120.xhtml
index_split_121.xhtml
index_split_122.xhtml
index_split_123.xhtml
index_split_124.xhtml
index_split_125.xhtml
index_split_126.xhtml
index_split_127.xhtml
index_split_128.xhtml
index_split_129.xhtml
index_split_130.xhtml
index_split_131.xhtml
index_split_132.xhtml
index_split_133.xhtml
index_split_134.xhtml
index_split_135.xhtml
index_split_136.xhtml
index_split_137.xhtml
index_split_138.xhtml
index_split_139.xhtml
index_split_009.xhtml
index_split_010.xhtml
index_split_011.xhtml
index_split_012.xhtml
index_split_013.xhtml
index_split_014.xhtml
index_split_140.xhtml
index_split_015.xhtml
index_split_141.xhtml
index_split_016.xhtml
index_split_017.xhtml
index_split_018.xhtml
index_split_027.xhtml
index_split_019.xhtml
index_split_020.xhtml
index_split_021.xhtml
index_split_022.xhtml
index_split_023.xhtml
index_split_024.xhtml
index_split_025.xhtml
index_split_026.xhtml
index_split_142.xhtml
index_split_143.xhtml
index_split_144.xhtml
index_split_145.xhtml
index_split_146.xhtml
index_split_028.xhtml
index_split_029.xhtml
index_split_147.xhtml
index_split_031.xhtml
index_split_149.xhtml
index_split_150.xhtml
index_split_151.xhtml
index_split_152.xhtml
index_split_153.xhtml
index_split_154.xhtml
index_split_155.xhtml
index_split_156.xhtml
index_split_157.xhtml
index_split_158.xhtml
index_split_159.xhtml
index_split_160.xhtml
index_split_161.xhtml
index_split_162.xhtml
index_split_163.xhtml
index_split_164.xhtml
index_split_165.xhtml
index_split_166.xhtml
index_split_167.xhtml
index_split_168.xhtml
index_split_169.xhtml
index_split_170.xhtml
index_split_171.xhtml
index_split_172.xhtml
index_split_173.xhtml
index_split_174.xhtml
Section0013.xhtml
index_split_175.xhtml
index_split_178.xhtml
Contraportada.xhtml