Ludwig van Beethoven

 

Mientras leía algunos datos de su biografía me daba la impresión de que Beethoven había sido un hombre arrogante, falto de humildad y con un complejo de superioridad tan grande como el país donde había nacido. Afirmaciones como: “Crea voluntariamente un vacío en torno a sí al alardear de su genio, refugiándose en las cimas del arte”. O “La missa solemnis y la Novena sinfonía obtienen en 1824 un triunfo que deja indiferente a este hombre superior”, me llevaban a esa conclusión.

Sin embargo, profundizando un poco en su vida, encontré este documento escrito por el propio Beethoven. Se trata de una especie de testamento que, temeroso de que fuera el fin de sus días, les dejó a sus hermanos y también a la humanidad entera, sobre todo a los que como yo nos hemos equivocado en nuestra apreciación. Se le conoce como el Testamento de Heiligenstadt, para aquella época un pequeño pueblo en las afueras de Viena.

“Para mis hermanos Carl y… (Johann) van Beethoven:

¡Oh, hombres que me juzgáis malevolente, testarudo o misántropo! ¡Cuán equivocados estáis! Desde mi infancia, mi corazón y mi mente estuvieron inclinados hacia el tierno sentimiento de bondad, inclusive me encontré voluntarioso para realizar acciones generosas, pero, reflexionad que hace ya seis años en los que me he visto atacado por una dolencia incurable, agravada por médicos insensatos, estafado año tras año con la esperanza de una recuperación, y finalmente obligado a enfrentar el futuro de una enfermedad crónica (cuya cura llevará años, o tal vez sea imposible); nacido con un temperamento ardiente y vivo, hasta inclusive susceptible a las distracciones de la sociedad, fui obligado temprano a aislarme, a vivir en soledad, cuando en algún momento traté de olvidar, Oh, cuán duramente fui forzado a reconocer la entonces doble realidad de mi sordera, y aun entonces era imposible para mí decirle a los hombres ¡habla más fuerte!, ¡grita!, porque estoy sordo. ¡Ah!, cómo era posible que yo admitiera tal flaqueza en un sentido que en mí debiera ser más perfecto que en otros, un sentido que una vez poseí en la más alta perfección, una perfección tal como pocos en mi profesión disfrutan o han disfrutado –Oh, no puedo hacerlo, entonces perdonadme cuando me veáis retirarme cuando yo me mezclaría con vosotros con agrado, mi desgracia es doblemente dolorosa porque forzosamente ocasiona que sea incomprendido, para mí no puede existir la alegría de la compañía humana, ni los refinados diálogos, ni las mutuas confidencias, sólo me puedo mezclar con la sociedad un poco cuando las más grandes necesidades me obligan a hacerlo. Debo vivir como un exiliado, si me acerco a la gente un ardiente terror se apodera de mí, un miedo de que puedo estar en peligro de que mi condición sea descubierta. Así ha sido durante el año pasado que estuve en el campo, ordenado por mi inteligente médico a descansar mi oído tanto como fuera posible, en esto coincidiendo con mi natural disposición, aunque algunas veces quebré la regla, movido por mi instinto sociable, pero qué humillación cuando alguien se paraba a mi lado y escuchaba una flauta a la distancia y yo no escuchaba nada, o alguien escuchaba cantar a un pastor y yo otra vez no escuchaba nada; estos incidentes me llevaron al borde de la desesperación, un poco más y hubiera puesto fin a mi vida, sólo el arte me sostuvo. Ah, parecía imposible dejar el mundo hasta haber producido todo lo que yo sentía que estaba llamado a producir, y entonces soporté esta existencia miserable, verdaderamente miserable, una naturaleza corporal hipersensible a la que un cambio inesperado puede lanzar del mejor al peor estado.  Paciencia. Está dicho que ahora debo elegirla para que me guíe. Así lo he hecho. Espero que mi determinación permanezca firme para soportar hasta que a las inexorables parcas les plazca cortar el hilo; tal vez mejoraré, tal vez no, estoy preparado. Forzado ya a mis 28 años a volverme un filósofo. ¡Oh!, no es fácil, y menos fácil para el artista que para otros. Ser Divino, Tú que miráis dentro de lo profundo de mi alma, Tú sabes, Tú sabes que el amor al prójimo y el deseo de hacer el bien habitan allí. ¡Oh!, hombres, cuando algún día leáis estas palabras, pensad que habéis sido injustos conmigo,  y dejad que se consuele el desventurado al descubrir que hubo alguien semejante a él, que a pesar de todos los obstáculos de la naturaleza igualmente hizo todo lo que estuvo en sus manos para ser aceptado en la superior categoría de los artistas y los hombres dignos.

Ustedes, mis hermanos Carl y…, tan pronto cuando esté muerto, si el Dr. Schmidt aún vive, pídanle en mi nombre que describa mi enfermedad y guarden este documento con la historia de mi enfermedad de modo que en la medida de lo posible el mundo se reconcilie conmigo después de mi muerte. Al mismo tiempo los declaro a los dos, como herederos de mi pequeña fortuna (si puede ser llamada de esa forma). Divídanla justamente, acéptense y ayúdense uno al otro, cualquier mal que me hayáis hecho, lo sabéis, hace tiempo que fue olvidado. A ti, hermano Carl, te doy especialmente las gracias por el afecto que me has demostrado últimamente. Es mi deseo que vuestras vidas sean mejores y más libres de preocupación que la mía, recomendad la virtud a vuestros hijos, ésta sola puede dar felicidad, no el dinero, hablo por experiencia, solo fue la virtud que me sostuvo en el dolor; a esta y a mi arte solamente debo el hecho de no haber acabado mi vida con el suicidio. Adiós y quiéranse el uno al otro. Agradezco a todos mis amigos, particularmente al príncipe Lichnowsky y al profesor Schmidt. Deseo que los instrumentos del príncipe Lichnowsky sean conservados por uno de ustedes, pero que no resulte una pelea de este hecho; si pueden serviros de mejor fin, véndanlos, me sentiré contento si puedo seros de ayuda desde la tumba. Con alegría me acerco hacia la muerte. Si esta llega antes de que tenga la oportunidad de mostrar todas mis capacidades artísticas habrá llegado demasiado temprano, no obstante mi duro destino, y probablemente desearé que hubiera llegado más tarde, pero aun así estaré satisfecho, ¿no me liberará entonces de mi interminable sufrimiento? Vengas cuando vengas te recibiré con valor. Adiós y no me olvidéis completamente cuando esté muerto. Merezco eso de ustedes, habiendo yo pensado en vida tantas veces acerca de cómo hacerlos felices, sedlo”. 

Heiligenstadt

Octubre 6, 1802.             

Ludwig van Beethoven

 

No era cierto entonces que el genio o el ego se le había subido a la cabeza, que carecía de humildad y que se sentía un ser humano superior… Sólo se trataba de un buen hombre, familiar, sensible, que se aisló porque no podía escuchar bien a sus semejantes y eso le daba vergüenza, lo hacía sentir infeliz. 

Afortunadamente la muerte esperó, le dio la oportunidad, aunque sordo, de mostrar todas sus capacidades artísticas.

La trilogía de los malditos
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html
part0000_split_089.html
part0000_split_090.html
part0000_split_091.html
part0000_split_092.html
part0000_split_093.html
part0000_split_094.html
part0000_split_095.html
part0000_split_096.html
part0000_split_097.html
part0000_split_098.html
part0000_split_099.html
part0000_split_100.html
part0000_split_101.html
part0000_split_102.html
part0000_split_103.html
part0000_split_104.html
part0000_split_105.html
part0000_split_106.html
part0000_split_107.html
part0000_split_108.html
part0000_split_109.html
part0000_split_110.html
part0000_split_111.html
part0000_split_112.html
part0000_split_113.html
part0000_split_114.html
part0000_split_115.html
part0000_split_116.html
part0000_split_117.html
part0000_split_118.html
part0000_split_119.html
part0000_split_120.html
part0000_split_121.html
part0000_split_122.html
part0000_split_123.html
part0000_split_124.html
part0000_split_125.html
part0000_split_126.html
part0000_split_127.html
part0000_split_128.html
part0000_split_129.html
part0000_split_130.html
part0000_split_131.html
part0000_split_132.html
part0000_split_133.html
part0000_split_134.html
part0000_split_135.html
part0000_split_136.html
part0000_split_137.html
part0000_split_138.html
part0000_split_139.html
part0000_split_140.html
part0000_split_141.html
part0000_split_142.html
part0000_split_143.html
part0000_split_144.html
part0000_split_145.html
part0000_split_146.html
part0000_split_147.html
part0000_split_148.html
part0000_split_149.html
part0000_split_150.html
part0000_split_151.html
part0000_split_152.html
part0000_split_153.html
part0000_split_154.html
part0000_split_155.html
part0000_split_156.html
part0000_split_157.html
part0000_split_158.html
part0000_split_159.html
part0000_split_160.html