LA BIBLIA DEL DIABLO

Apenas mide un metro de alto, cincuenta centímetros de ancho y pesa setenta y cinco kilos. Ciento sesenta asnos tuvieron que morir para confeccionar el pergamino en el que está escrita. Es única y uno de los artefactos más valiosos de la historia eclesiástica medieval. Se la conoce bajo el nombre de Codex Gigas o… Biblia del Diablo.

Su confección es tan enigmática como su creación en el siglo XIII. Consiste en el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero en una traducción al latín desacostumbrada para el Medievo que se remonta a un obispo del siglo IV llamado Lucifer, a la historia judía de Flavius Josephus, a una enciclopedia del saber basada en Isidoro de Sevilla, a recetas medicinales propias de la tradición benedictina, a una copia de la crónica bohemia de Cosme de Praga, a una lista de monjes difuntos y a un calendario.

Faltan varias páginas acerca de cuyo contenido solo podemos especular. La opinión actual es que en ellas se plasmaban las reglas benedictinas, pero estas no habrían ocupado todas las páginas faltantes por completo. En la cuarta parte final del libro se encuentra aquello que, en última instancia, proporcionó su nombre al códice y que es aún más extraordinario que el resto de la obra. Frente a un dibujo que supuestamente debe de representar la ciudad «ideal» de Jerusalén, aparece una imagen del diablo a toda página. Por delante y por detrás se encuentran páginas en blanco de un extraño color pardo y, por delante de estas, una confesión de pecados redactada con letras tan grandes que parece el grito manuscrito de un alma torturada.

Al parecer, al principio se podía acceder libremente a la obra para estudiarla; al fin y al cabo, en gran parte era una obra de consulta y el Viejo y el Nuevo Testamento también pueden considerarse referencias históricas. Indicando su uso, aparecen una serie de pequeñas anotaciones manuscritas en los márgenes, originarias de la época posterior a su creación, y plegarias que fueran añadidas más adelante. Pero lo cierto es que su utilización podría haber sido limitada, a juzgar por el peso y la extensión del libro, y también por el pequeño tamaño de la escritura. Hemos de reconocer que una interpretación completa del sentido de la Biblia del Diablo se sustrae a nuestro saber actual.

A juzgar por la escritura, la Biblia del Diablo debió de ser redactada por una sola persona. Si tenemos en cuenta la rapidez con la que semejante obra podía ser creada, y también su extensión, su redacción debió de haber llevado unos veinte años… o si uno se atiene a la leyenda, una sola noche en la cual el mismísimo diablo completó el códice por el precio del alma de un monje emparedado. El hecho de que antes o después casi todos los lugares que entraron en contacto con la Biblia del Diablo sucumbieron fomentó la leyenda que rodea la Biblia del Diablo. El convento de Podlaschitz (hoy Podlazice), en el que fue creada, fue destruido durante las guerras husitas; el convento de Brevnov, en el que fue albergada durante escaso tiempo, también. El lector habrá podido enterarse de la catástrofe que cayó sobre el convento de Braunau (hoy Broumov), donde después se encontraba la Biblia del Diablo, en el transcurso de esta novela. Finalmente, el gabinete de curiosidades del emperador Rodolfo, el penúltimo hogar de la Biblia del Diablo, fue saqueado sin misericordia, tanto después de la muerte del emperador como al final de la Guerra de los Treinta Años, y sus tesoros fueron diseminados por todo el mundo. Solo la Biblioteca Real de Estocolmo, a la que hoy pertenece la Biblia del Diablo, de momento ha escapado de desgracias mayores. Claro que ello podría hacer que nos preguntásemos si los suecos realmente poseen la auténtica Biblia del Diablo. Pero en realidad, en este apéndice de mi novela yo quería atenerme a los hechos…

El guardián de la Biblia del Diablo
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