Epílogo
El Nilo era una larga serpiente dormida. El barco se movía lentamente sobre las aguas mientras Lincoln, sentado, se afanaba por escribir unas líneas. Los ecos de la guerra parecían lejanos mientras atravesaban Egipto. Hércules y Alicia estaban en cubierta, deslumbrados por el fastuoso sol de África. En unos momentos Lincoln se reuniría con ellos y dejaría su historia terminada sobre el escritorio. Cuando el mundo la lea, la sombra del Mesías Ario cubrirá como una niebla la vieja Europa.
Hace unas semanas, habían escapado de la guerra y de la destrucción, pero sobre todo de sus propios fantasmas. Del alargado perfil de la muerte que recorre las ciudades, los campos y los mares del mundo y se extiende como una mancha sobre la tierra.
Fin