Capítulo 31
Amberes, 20 de junio de 1914
El puerto de Amberes se encontraba en plena actividad cuando Hércules llegó con sus amigos. Alicia se sorprendió de que casi a las doce de la noche, cientos de estibadores estuvieran cargando y descargando todo tipo de mercancías. Las calles cercanas y las dársenas estaban repletas de fardos, cajas y todo tipo de objetos. Los carros de los caballos eran cargados y salían a toda velocidad para los destinos más remotos de la ciudad. Otros muchos eran cargados en los trenes o los vehículos de motor, que empezaban a desplazar a los de tracción animal. Bernabé de Ericeira se ofreció para encontrarles un medio de transporte rápido y adecuado. Su experiencia de comerciante y sus contactos podían ayudarles a llegar a cualquier punto de Europa en un tiempo record. Ericeira consiguió que salieran en un tren de mercancías aquella misma noche. En apenas diez horas se encontrarían en Colonia y podrían continuar su búsqueda. El tren no estaba preparado para transportar pasajeros, pero en el vagón correo había una pequeña estufa de carbón, unas sillas y un par de literas, que usaban los empleados. Suficiente para que pasaran la noche y llegaran a media mañana a Colonia. Ericeira insistió en acompañarles hasta Colonia. La misión parecía peligrosa y un hombre más podría sacarles de un apuro. Además, Ericeira hablaba alemán y les serviría de traductor y guía. El viaje fue tranquilo, las horas pasaron despacio en aquel pequeño vagón con olor a papel, con el tufo del carbón y el murmullo regular del tren. Apenas hubo paradas y a la hora prevista el tren entró en la estación de Colonia, en la ciudad dónde se conservaban los restos de los tres magos más famosos de la historia, los Tres Magos de Oriente.