Capítulo 97
Múnich, 30 de julio de 1914
Cuando Ericeira recuperó el conocimiento notó una mano que le acariciaba la frente. Tenía la cabeza apoyada sobre las piernas de Alicia y a su lado Hércules y Lincoln, compartían un espacio exiguo. Una bombilla apenas iluminaba los cuatro metros cuadrados de la habitación. Un fuerte dolor en la nuca le hizo recordar qué había pasado y porqué estaba allí.
—¿Llevo mucho tiempo inconsciente? —preguntó el portugués incorporándose un poco.
—Nos han quitado los relojes, pero debemos llevar encerrados más de doce horas —dijo Lincoln.
—Entonces afuera será de noche —dijo Ericeira.
—Sí, tal vez ya todo esté perdido. Si Alemania ha declarado la guerra a Rusia todo nuestra esfuerzo habrá sido en vano —dijo Hércules poniéndose en pie.
—¿Han intentado abrir la puerta? —preguntó Ericeira.
—Lincoln la ha forzado durante horas, pero ha sido inútil. La cerradura es muy fuerte y la puerta parece de hierro.
—Bueno, no nos tendrán aquí para siempre —dijo Alicia visiblemente agotada.
—Yo creo que intentan matarnos de hambre. No han traído nada de comida en todo el día —dijo Lincoln.
—Pero, ¿cómo puede pensar en comida en un momento como éste? —preguntó Alicia sorprendida.
—Necesitamos recuperar fuerzas y no tenemos otra cosa que hacer aquí dentro.
—Hay algo que ellos no han encontrado —dijo el portugués levantándose el pantalón y sacando un pequeño cuchillo.
—Eso nos vendrá bien. Lincoln, porqué no intenta usar el cuchillo para abrir la puerta.
Lincoln se levantó y Hércules tiró del cable de la bombilla enfocando mejor la puerta, después de unos minutos desistieron de nuevo. El tiempo avanzaba rápidamente mientras que la esperanza de encontrar a Hitler y eliminarle se esfumaba, mientras ellos tenían que conformarse con pasar sus últimas horas encerrados en un cuarto oscuro esperando la muerte.