Capítulo 81
Viena, 15 de julio de 1914
Bernabé Ericeira se levantó del suelo y miró desafiante a Hércules.
—Usted estaba recibiendo información privilegiada y no la estaba compartiendo.
—¿Qué dice? Hace unos minutos este hombre llamó a mi puerta y me dijo que tenía algo importante que contarme. Como entenderá, no podía correr a avisarles. En primer lugar, porque no sé si él está dispuesto a hablar delante de todos nosotros, y en segundo lugar, porque quería comprobar primero que lo que tenía que contar era importante para nuestra investigación.
—Excusas. Yo les he transmitido toda la información que poseía, pero ustedes siguen sin confiar en mí.
—Eso no es cierto.
—Incluso les he facilitado una entrevista con el emperador, pero me lo pagan con mentiras y engaños —dijo Ericeira muy alterado.
—Pase. Si el señor no tiene inconveniente puede escuchar lo que tenga que decir. Pero otra vez llame a la puerta y no se ponga a husmear.
—¿Husmear yo? Simplemente estaba protegiéndoles. Escuché un ruido extraño en el pasillo y observé como alguien entraba en su habitación, después acudí presto para ayudarle si era necesario.
—Gracias —contestó incrédulo Hércules.
—¿Quiere que llame a Alicia y a Lincoln?
—Creo que será lo mejor, si a usted no le importa.
El hombre negó con la cabeza y esperó sentado a que Alicia y Lincoln llegaran. Cuando todos estuvieron en la habitación les explicó las implicaciones del Círculo Ario en Viena, Austria y su fuerza por toda Alemania.
—Entonces, si no he comprendido mal, en 1813, el rey de Prusia Federico Guillermo III fundó el Círculo Ario para defenderse de Napoleón y las ideas revolucionarias que se extendían por toda Europa —dijo Hércules.
—Exacto —contestó el hombrecillo.
—Guillermo III quería recuperar el espíritu de los caballeros teutónicos o germanos. El Círculo Ario se encargaría de recuperar las costumbres germanas, para inmunizar al pueblo alemán contra las ideas revolucionarias. El Círculo se extendió entre la nobleza y se puso como objetivo buscar y encontrar los símbolos del pueblo ario. —Sí.
—Durante todo el siglo XIX el Círculo Ario fue creciendo y penetrando en todas las áreas de la cultura y sociedad alemana. Cuando Alemania consiguió la unificación en 1870, el Círculo Ario ganó un gran poder y se extendió a Austria y las comunidades alemanas en Praga, Budapest y otros lugares.
—Efectivamente.
—Hace unos años descubrieron la existencia de un libro de profecías que hablaba del advenimiento de un Mesías Ario y llevan desde entonces buscándolo por toda Europa.
—Sí.
—Pero, ¿cómo sabe usted todo eso? —preguntó Lincoln.
—Yo pertenecía al Círculo. Muchos de los miembros de la casa real también pertenecen.
—¿Miembros de la casa real?
—Sí. Yo era miembro del Círculo Ario y los conocía. Cuando su mensaje se volvió extremadamente racista me separé de ellos.
—¿Qué miembros de la familia real de Habsburgo están en el Círculo Ario?
—Muchos, pero algunos de los principales son Sofía de Baviera, la mujer del emperador; Rodolfo, el hijo del emperador.
—¿El heredero al trono que se suicidó? —preguntó Ericeira.
—No se suicidó, fue eliminado por el Círculo Ario, al igual que su madre años antes. Los dos intentaron dar la espalda al Círculo y fueron asesinados.
—Es increíble —dijo Alicia.
—Pero hay otro miembro más.
—¿Quién? —preguntó Hércules.
—Francisco Fernando.
—¿El archiduque era un miembro del Círculo Ario?
—Sí, él fue él el que encontró el libro de las profecías de Artabán, yo le he visto con mis propios ojos leyendo el libro.
—Entonces, ¿le mató el Círculo? —dijo Alicia.
—No, pero ellos no hicieron nada para impedirlo.
—Entiendo, el Círculo Ario prefería un futuro emperador más complaciente que se plegara a sus exigencias.
—Hace un año descubrieron al que ellos consideran el futuro Mesías Ario.
—¿Dónde?
—Aquí mismo en Viena.
—Puede llevarnos hasta él.
—Para eso he venido a verles. Tienen que pararles antes de que sea demasiado tarde.