Capítulo 34
Colonia, 21 de junio de 1914
—Esto es un ultraje. No les consiento.
—Profesor, disculpe nuestras formas. Pero el asunto es sumamente importante. Tal vez esté en juego la vida de muchas personas.
—Por Dios, yo tan sólo soy un humilde historiador. ¿Qué puede hacer un hombre como yo para evitar miles de muertes?
—Puede, que más de lo que cree —dijo en un turbio alemán uno de los hombres.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó von Herder. Sus ojos azules y pequeños reflejaban miedo. Los cristales de sus gafas redondas y doradas apenas podían disimular la angustia.
—Yo soy Bernabé Ericeira y mis compañeros son, Hércules Guzmán Fox y George Lincoln. Estamos investigando algo relacionado con la historia de los Reyes Magos.
—¿Y que tiene que ver la historia de los Reyes Magos con salvar a miles de personas? No entiendo nada.
—Déjenos hablar y se lo explicaremos todo —dijo Ericeira.
El profesor intentó relajarse y con paso titubeante se sentó detrás de su escritorio. Los tres hombres entraron y permanecieron de pie hasta que el profesor les invitó con un gesto a sentarse.
—Creo que no me queda otro remedio que escucharles.
—Intentaré ser lo más breve posible —dijo Hércules. Ericeira comenzó a traducirle y en unos minutos von Herder se enteró de la suerte de los tres profesores automutilados de la Biblioteca Nacional de Madrid, las investigaciones del profesor von Humboldt, el viaje de Vasco de Gama y el extraño libro que trajo consigo.
El profesor von Herder escuchó todo el relato sin interrumpirles ni una sola vez. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y horror que se transmitía a través de sus finos rasgos y su cara de piel casi transparente. Cuando Hércules terminó su relato, el profesor miró al vacío, como si estuviera reconstruyendo en su mente toda aquella información y comenzó a hablar.
—Lamento la muerte de von Humboldt, el mundo académico ha perdido una de sus mejores cabezas. Von Humboldt era una eminencia en historia moderna, especialmente en Portugal y sus descubrimientos.
—Lo sabemos —dijo Hércules.
—Lo que más me sorprende de la historia que me han relatado es la del Cuarto Rey Mago. Siempre ha sido una hermosa leyenda de piedad y amor, nada que ver con tenebrosas profecías sobre el advenimiento de un Mesías Ario.
—Pero Vasco de Gama habla de ello en su carta —apuntó Hércules.
—Tal vez, lo que encontró Vasco de Gama en la India no fue el libro de las profecías de Artabán. El texto podía ser algún texto apócrifo, tratarse de una aberrante herejía nestoriana. Los nestorianos fueron los que extendieron el cristianismo por Asia.
—¿Usted nunca había escuchado nada acerca de las profecías? —preguntó Hércules.
—No.
—Es muy extraño. Un especialista en los Reyes Magos y nunca ha escuchado el más mínimo rumor o divagación sobre las profecías de Artabán.
—Ya le he dicho, que nunca había escuchado cosa semejante —contestó ofuscado el profesor.
—Al parecer, el libro permaneció en Lisboa hasta que Felipe II se lo llevó a Madrid, tras la conquista de la ciudad y la apropiación de la corona de Portugal —dijo Hércules.
—No sé nada —repitió el profesor von Herder y comenzó a sudar copiosamente.
—Tampoco sabe nada de cómo llegó el libro a Alemania a través de Rodolfo II, sobrino de Felipe II y futuro emperador de Alemania.
—Será mejor que se marchen. No me encuentro bien —dijo el profesor von Herder desabotonándose el cuello duro de la camisa.
—¡Miente profesor, no sé por qué, pero está mintiendo! —gritó Hércules levantándose de la silla.
El profesor se echó para atrás sobresaltado. Sus manos rodeaban su cuello como si algo le dificultara la respiración. Su espalda estaba tan encorvada que temieron que se cayera de espaldas. Lincoln por un lado y Ericeira por otro corrieron para sostenerle en la silla.
—¿Se encuentra bien profesor? —pregunto Ericeira desabotonándole más la camisa.
—Tuve que hacerlo, cómo podía negarme a hacerlo.