Capítulo 70
Viena, 30 de junio de 1914
Hércules y Lincoln levantaron los brazos y se situaron enfrente de von List. El anciano se levantó, los cacheó y les arrebató sus armas. Después, con un gesto les invitó a que se sentasen.
—No sé cómo se han metido en este asunto, pero debieron dejar las cosas como estaban. El Círculo Ario es una institución más fuerte y poderosa de lo que imaginan —dijo el anciano en un afable tono de voz.
—Nadie duda de su poder, von List. Aunque, siendo un hombre con experiencia no me negará que la determinación a veces es más fuerte que cualquier organización.
—Estoy de acuerdo con usted, pero da la casualidad de que yo tengo lo que buscan —dijo el anciano sacando un códice del cajón.
Los dos agentes se miraron sorprendidos. Que aquel hombre tuviera en sus manos el libro de las profecías de Artabán sólo podía significar que el príncipe Stepan estaba muerto y que había fracasado en su intento de matar al Mesías Ario.
—Su plan ha fracasado —dijo Hércules.
—¿Que mi plan ha fracasado? Tengo el libro, el Mesías Ario está a salvo, uno de mis enemigos muertos y, en este momento, imagino que su amiga, cómo se llama... Bueno da igual, su amiga estará en manos de mis hombres.
Lincoln se levantó de golpe y se lanzó sobre el anciano. Von List no reaccionó a tiempo y cuando quiso disparar, el norteamericano le había lanzado al suelo y había cogido de la mesa el manuscrito. Hércules volcó la mesa sobre el anciano y los dos corrieron escaleras abajo. No había nadie en la casa para detenerlos. Salieron al jardín y corrieron hasta la acera de enfrente, pero ya no estaba Alicia. En ese momento escucharon voces en el jardín. Un grupo de hombres comenzó a correr en su dirección. Los dos agentes aceleraron el paso y se perdieron entre las callejuelas de la ciudad. En la mente de Lincoln sólo había un nombre que repetía sin cesar mientras respiraba con dificultad por la carrera. Alicia, ¿dónde estás Alicia?