Capítulo 33
Moscú, 21 de junio de 1914
—¿Por qué han enviado un telegrama?
—Lo desconozco majestad.
—Acaso no saben que es peligroso utilizar ese medio. Cualquiera podría interceptarlo.
—Lo lamento, pero al parecer querían informarle antes de que los hechos se desencadenaran.
—Lo entiendo Nicolascha, pero hay que actuar con el máximo sigilo. Si nuestros aliados se enteraran del objeto de la misión, quizá perderíamos su apoyo.
—Entiendo majestad, pero esperan una orden directa, no actuarán si no contestamos afirmativamente.
—Tengo mis dudas, Nicolascha.
El zar se sentó en uno de los grandes sofás y con la cara entre las manos se entregó a una larga meditación. El gran duque le miró con indiferencia, le había visto actuar de aquella manera en demasiadas ocasiones. El zar era un hombre débil y dubitativo. No estaba preparado para gobernar y mucho menos para tomar decisiones de aquel calibre.
—Nicolascha, ¿tú que harías?
—No se trata de lo que yo haría, majestad. No puedo ponerme en su lugar. Vos sois el corazón y la cabeza de Rusia, y yo soy un simple servidor.
—Primo, por favor, no me vengas con monsergas. Te estoy pidiendo ayuda como consejero militar y, lo que es más importante, como hermano.
Nicolascha odiaba la familiaridad con la que le trataba el zar. Si había algo que detestaba era la debilidad, la indecisión y la ineptitud. Su primo reunía aquellas tres viles debilidades de los Romanov.
—El presidente de Francia teme la guerra. Intentará por todos los medios impedirla. Desde la última guerra con Alemania, los franceses han evitado siempre el conflicto.
—¿Y los ingleses?
—Los ingleses han sido aliados de los alemanes hasta hace muy poco. Los enfrentamientos comerciales que han tenido en los últimos años han distanciado sus posiciones. En especial la amistad de Alemania con el Imperio Otomano. Londres teme que una Turquía fuerte le quite peso en Oriente Próximo.
—Entonces todos nos seguirán si se produce una guerra.
—Eso es lo que piensa el Estado Mayor.
—Nicolascha, ¿cuál será la reacción de Austria?
—Es imprevisible, pero seguro que tomará revancha. Antes o después, pero tomará revancha.
—¿Qué dice el telegrama?
—Es escueto, pero nos informa de los medios utilizados para llevar a cabo la misión, la fecha y lugar elegidos...
—Están locos. Si alguien ha interceptado el mensaje todo puede venirse abajo.
—Majestad, nadie imagina lo que está a punto de suceder.
—Eso espero, Nicolascha.