Capítulo 110
San Petersburgo, 1 de la tarde, 1 de agosto de 1914
El embajador alemán recibió el telegrama de Berlín. Las órdenes eran claras y precisas: a las cinco de la tarde de aquel mismo día tenía que entregar la declaración de guerra al Gobierno ruso.
El káiser había puesto Alemania hacia unas horas bajo la consigna Kriegesgefahr (peligro de guerra). El embajador ordenó a su secretario que redactase en papel la orden de Berlín y regresó al comedor con su familia.
—¿Te encuentras bien? Estas pálido —le dijo su mujer.
El hombre se colocó la servilleta alrededor del cuello y miró a su familia. Después extendió los brazos y les pidió que juntasen sus manos. Rezaron juntos; la paz ya no era posible.