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Gabrielle Ashe volvió al cuarto de baño privado de Sexton y se preparaba ya para salir trepando de su despacho. La llamada telefónica del senador la había dejado ansiosa. Sin duda él había dudado al oírle decir que estaba en su despacho... como si por alguna razón supiera que le estaba mintiendo. En cualquier caso, no había logrado entrar en el ordenador de Sexton y ahora no estaba segura de cuál iba a ser su siguiente movimiento.

«Sexton espera».

Trepó al lavamanos y, ya estaba a punto de elevarse hasta el techo, cuando oyó el tintineo de algo que caía a las baldosas del suelo. Miró abajo, irritada al ver que había tirado un par de gemelos de Sexton que al parecer estaban en el borde del lavamanos.

«Deja las cosas tal como las has encontrado».

Volvió a bajar, cogió los gemelos del suelo y los dejó de nuevo en el lavamanos. Mientras volvía a trepar, se detuvo y se giró a mirar una vez más a los gemelos. En cualquier otra ocasión, los habría ignorado, pero esa noche el monograma de los gemelos le llamó la atención. Como la mayoría de los objetos en los que figuraba el monograma de Sexton, constaban de dos letras entrelazadas. SS. Gabrielle recordó entonces la contraseña inicial del ordenador de Sexton: SSS. Volvió a visualizar el calendario del senador... POTUS... y el salvapantallas con la Casa Blanca y la optimista banda corriendo por la pantalla ad infinitum.

«Sedgewick Sexton, Presidente de Estados Unidos... Sedgewick n, Presidente de Estados Unidos... Sedgewick Sexton...»

Se quedó donde estaba unos segundos y se preguntó si el senador podía llegar a ser tan confiado.

Consciente de que iba a llevarle sólo un instante comprobarlo, regresó al despacho, fue hasta el ordenador y tecleó una contraseña de siete letras. POTUSSS

El salvapantallas se desvaneció al instante. Gabrielle clavó los ojos en la pantalla, incrédula. «Nunca subestimes el ego de un político».