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—¿Plancton congelado en el glaciar? —Corky Marlinson no parecía en absoluto convencido por la explicación de Rachel—. No piense que intento aguarle la fiesta, pero normalmente cuando las cosas se congelan, mueren. Y esos pequeños cabrones destellaban, ¿se acuerda?
—De hecho —dijo Tolland, dedicando a Rachel una mirada impresionada—, quizá no ande muy desencaminada. Existe un conjunto de especies que entran en un estado de animación en suspensión cuando así lo requiere su entorno. Grabé un programa sobre ese fenómeno en una ocasión.
Rachel asintió.
—Mostraba lucios del norte que quedaban congelados en lagos y que tenían que esperar al deshielo para poder alejarse nadando. También hablaba de microorganismos llamados «aguadores», que se deshidrataban por completo en el desierto y que se quedaban así durante décadas, reinflándose después, cuando volvían las lluvias.
Tolland se rió por lo bajo.
—¿Así que es cierto que ve mi programa?
Rachel le respondió con un encogimiento de hombros ligeramente avergonzado.
—¿Cuál es su teoría, señorita Sexton?
—Su teoría —dijo Tolland—, que tendría que habérseme ocurrido a mí, es que una de las especies que mencioné en ese programa era una clase de plancton que se congela en la plataforma polar Ártica cada invierno, hiberna dentro del hielo y luego se aleja nadando todos los veranos cuando la plataforma de hielo pierde densidad —explicó. Hizo entonces una pausa—. Es cierto que la especie que mostré en el programa no era la especie bioluminiscente que hemos visto aquí, pero quizá haya ocurrido lo mismo.
—El plancton congelado —continuó Rachel, animándose al ver a Michael Tolland tan entusiasmado con su idea— podría explicar todo lo que estamos viendo aquí. En algún momento del pasado, en el glaciar podrían haberse abierto fisuras que se habrían llenado de agua salada rica en plancton y que se habrían vuelto a congelar. ¿Y si había bolsas congeladas de agua salada en este glaciar? ¿Agua salada congelada que contenía plancton congelado? Imaginen que mientras ustedes levantaban el meteorito calentado entre el hielo, la roca pasó por una bolsa congelada de agua salada. El hielo formado por agua salada se habría derretido, sacando al plancton de su hibernación y dándonos un pequeño porcentaje de sal mezclado con el agua dulce.
—¡Oh, por el amor de Dios! —exclamó Norah con un gemido hostil—. ¡Ahora resulta que todos somos glaciólogos!
Corky también parecía escéptico.
—Pero ¿no habría descubierto el EDOP cualquier bolsa de hielo salado cuando llevó a cabo sus mediciones de densidad? Al fin y al cabo, el hielo salado y el hielo de agua dulce tienen densidades distintas.
—Apenas distintas —dijo Rachel.
—Un cuatro por ciento es una diferencia sustancial —la retó Norah.
—Sí, en un laboratorio —respondió ella—. Pero el EDOP toma sus mediciones desde el espacio, a una distancia de ciento noventa kilómetros. Sus ordenadores fueron diseñados para diferenciar entre lo obvio: el hielo y la aguanieve, el granito y la piedra caliza —explicó, volviéndose hacia el director—. ¿Me equivoco al suponer que cuando el EDOP mide densidades desde el espacio, probablemente carezca de la resolución necesaria para distinguir entre el hielo de agua salada y el de agua dulce?
El director asintió.
—Un diferencial del cuatro por ciento está por debajo del umbral de tolerancia del EDOP. El satélite captaría como idénticos el hielo de agua salada y el de agua dulce.
Ahora Tolland parecía intrigado.
Eso también explicaría el nivel estático de agua de la fosa dijo, mirando a Norah—. Has dicho que la especie de plancton que has visto en la fosa de extracción se llamaba...
—G. Polyhedra —declaró Norah—. ¿Y ahora te estás preguntando si la G. Polyhedra es capaz de hibernar dentro del hielo? La respuesta es sí. Sin duda. La G. Polyhedra se encuentra en grupos alrededor de las plataformas de hielo, es bioluminiscente y puede hibernar dentro del hielo. ¿Alguna otra pregunta?
Todos intercambiaron miradas. Por el tono de voz de Norah, había obviamente algún «pero», y sin embargo parecía haber confirmado la teoría de Rachel.
—Entonces —dijo Tolland—, estás diciendo que es posible, ¿no? Que esta teoría tiene sentido.
—Por supuesto —dijo Norah—, para un retrasado mental.
Rachel le lanzó una mirada desafiante.
—¿Cómo dice?
Norah Mangor y Rachel intercambiaron miradas heladas.
—Supongo que en su profesión un poco de conocimiento resulta peligroso. Bien, créame si le digo que lo mismo es aplicable a la glaciología. —Norah movió los ojos, mirando a cada una de las cuatro personas que la rodeaban—. Dejad que os lo aclare de una vez por todas. Las bolsas congeladas de agua salada que la señorita Sexton ha mencionado sí se producen. Son lo que los glaciólogos llaman intersticios. Sin embargo, los intersticios se forman, no como bolsas de agua salada, sino más bien como redes muy ramificadas de hielo de agua salada cuyos extremos son tan gruesos como un cabello humano. Ese meteorito tendría que haber atravesado una densa serie de intersticios para liberar suficiente agua salada y crear así una mezcla del tres por ciento en una fosa tan profunda.
Ekstrom frunció el ceño.
—Entonces ¿es o no es posible?
—Ni en sueños —dijo Norah sin más—. Totalmente imposible. Me habría topado con bolsas de hielo salado en la extracción de mis muestras.
Las muestras se extraen esencialmente en puntos escogidos al azar, ¿verdad? —preguntó Rachel—. ¿Hay alguna posibilidad de que, por una simple cuestión de mala suerte, la ubicación de las muestras pudiera haber evitado una bolsa de hielo marino?
—He perforado directamente sobre el meteorito. Luego he perforado y he extraído varias muestras a unos cuantos metros de la roca, a cada lado. Es imposible acercarse más.
—Sólo preguntaba.
—El punto es discutible —dijo Norah—. Los intersticios de agua salada sólo se producen en el hielo estacional, es decir, en el hielo que se forma y se derrite cada estación. La Plataforma de Hielo Milne es hielo rápido, hielo que se forma en las montañas y que se compacta rápidamente hasta que migra a la zona de desprendimientos y cae al mar. Por muy oportuno que resultara el plancton congelado para explicar este pequeño y misterioso fenómeno, puedo garantizar que no existen redes ocultas de plancton congelado en este glaciar.
El grupo volvió a guardar silencio.
A pesar de la resuelta impugnación de la teoría del plancton congelado, en base a su análisis sistemático de los datos Rachel se negaba a aceptar tal impugnación. Instintivamente sabía que la presencia de plancton congelado en el glaciar que tenían debajo era la solución más sencilla a la adivinanza. «La Ley de la Sencillez», pensó. Sus instructores del ONR se la habían inculcado en el subconsciente: «Cuando existen múltiples explicaciones, normalmente la más sencilla es la correcta».
Obviamente, Norah Mangor tenía mucho que perder si los datos obtenidos a partir de sus muestras de hielo eran erróneos, y Rachel se preguntó si quizá la glacióloga no habría visto el plancton, se había dado cuenta de que había cometido un error al declarar que el glaciar era sólido, y ahora intentaba simplemente cubrirse las espaldas.
—Lo único que sé —dijo Rachel— es que acabo de transmitir un comunicado a todo el personal de la Casa Blanca diciéndoles que este meteorito ha sido descubierto en una matriz prístina de hielo y que había quedado sellado en ella, a salvo de cualquier influencia externa desde 1716, cuando se escindió de un famoso meteorito llamado Jungersol. Y ahora esto no parece tan claro.
El director de la NASA guardó silencio con una expresión de gravedad en el rostro.
Tolland se aclaró la garganta.
—Tengo que darle la razón a Rachel. Había plancton y agua salada en la fosa. Sea cual sea la explicación que justifique este fenómeno, es obvio que la fosa no es un entorno cerrado. No podemos afirmar que lo sea.
Corky parecía incómodo —Hum, chicos, no es que quiera dármelas de astrofísico, pero, en mi campo, cuando cometemos errores, nos equivocamos a menudo por miles de millones de años. ¿De verdad esta pequeña confusión sobre el plancton y el agua salada es tan importante? Me refiero a que la perfección del hielo que rodea el meteorito no afecta de ningún modo al propio meteorito, ¿no? Todavía tenemos los fósiles. Nadie cuestiona su autenticidad. Si resulta que hemos cometido un error con los datos de las muestras, a nadie le importará. Lo único que les interesará es que hemos encontrado la prueba de que existe vida en otro planeta.
—Lo siento, doctor Marlinson —dijo Rachel—. Desde el punto de vista de alguien que se gana la vida analizando datos, me veo obligada a estar en desacuerdo con usted. Cualquier error, por pequeño que sea, en los datos que la NASA presente esta noche puede sembrar la duda en la credibilidad de todo el descubrimiento. Incluyendo la autenticidad de los fósiles.
Corky se quedó boquiabierto.
—¿Qué está diciendo? ¡Esos fósiles son incuestionables!
—Yo lo sé. Y usted lo sabe. Pero si el público se entera de que la NASA ha presentado datos de muestras sabiendo que son cuestionables, créame, inmediatamente empezarán a preguntarse en qué más ha mentido.
Norah dio un paso adelante. Tenía los ojos como centellas.
—Nadie puede cuestionar los datos de mis muestras —dijo, volviéndose hacia el director—. ¡Puedo probarle, categóricamente, que no hay hielo salado atrapado en ningún punto de esta plataforma de hielo!
El director la miró durante un largo instante. .
—¿Cómo?
Norah explicó su plan. Cuando terminó, Rachel tuvo que admitir que la idea sonaba razonable.
El director no estaba tan seguro.
—¿Y los resultados serán definitivos?
—Tendremos una confirmación del cien por cien —le aseguró Norah—. Si hay una maldita gota de agua salada congelada cerca de la fosa de extracción del meteorito, usted la verá. Por pocas que sean las gotas, se iluminarán en mi equipo lo mismo que Times Square El director frunció el ceño bajo su corte de pelo estilo militar.
—No tenemos mucho tiempo. La rueda de prensa tendrá lugar dentro de un par de horas.
—Puedo estar de vuelta en veinte minutos.
—¿Cuánto ha dicho que debe alejarse sobre el glaciar?
—No mucho. Con doscientos metros bastará.
Ekstrom asintió.
—¿Está segura de que no correrá peligro?
—Me llevaré unas bengalas —respondió Norah—. Y Mike vendrá conmigo.
Tolland levantó la cabeza.
—¿Ah, sí?
—¡Ya lo creo, Mike! Saldremos atados. Me irá bien contar con un par de brazos fuertes ahí fuera si se levanta viento.
—Pero...
—Tiene razón —dijo el director, volviéndose hacia Tolland—. Si ella va, no puede ir sola. Enviaría a alguno de mis hombres con ella pero, francamente, prefiero mantener el asunto del plancton entre nosotros hasta que averigüemos si constituye o no un problema.
Tolland respondió con una reacia inclinación de cabeza.
—A mí también me gustaría ir —dijo Rachel.
Norah se giró como una cobra.
—Ni lo sueñe.
—De hecho —dijo el director, como si acabara de ocurrírsele una idea—, creo que me quedaría más tranquilo si utilizáramos la típica configuración de atadura cuadrángulas Si utilizan la dual y Mike resbala, nunca podrá sostenerle. Cuatro personas me parece un plan mucho más seguro que sólo dos —concluyó. Hizo entonces una pausa, mirando a Corky—. Eso significa que le toca a usted o al doctor Ming —dijo Ekstrom, recorriendo el habisferio con la mirada—. Por cierto, ¿dónde está el doctor Ming?
—Hace rato que no lo veo —dijo Tolland—. Quizá se esté echando una siesta.
Ekstrom se giró hacia Corky.
—Doctor Marlinson, no puedo pedirle que salga con ellos, pero...
—¡Qué demonios! —dijo Corky—. Ya que todo el mundo se lleva tan bien...
—¡No! —exclamó Norah—. Con cuatro personas avanzaremos más despacio. Mike y yo iremos solos.
—No, no irán solos. —El tono del director no dejaba lugar a discusión—. Por algo se fabrica la configuración de atadura cuadrangular, de modo que vamos a hacer esto corriendo el menor riesgo posible. Lo último que necesito es un accidente un par de horas antes de la rueda de prensa más importante de la historia de la NASA.