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La Puerta de Recepción Este de la Casa Blanca está ubicada en East Executive Avenue, entre el Departamento del Tesoro y el East Lawn. La valla reforzada que recorre el perímetro y los bolardos de hormigón instalados tras el ataque contra el cuartel de los Marines en Beirut daban a esa entrada un aire poco acogedor.
En la cara externa de la puerta, Gabrielle Ashe miró su reloj al tiempo que la invadía un creciente nerviosismo. Eran las 16:45 y todavía nadie había contactado con ella.
PUERTA DE RECEPCIÓN ESTE, 16:30.
VENGA SOLA.
«Aquí estoy», pensó Gabrielle. «¿Dónde está usted?»
Escrutó los rostros de los turistas que se apiñaban a su alrededor, a la espera de que alguien entablara contacto visual con ella. Unos cuantos hombres la miraron y siguieron su camino. Gabrielle estaba empezando a preguntarse si aquello era una buena idea. Ahora notaba que el agente del Servicio Secreto que estaba en la garita del centinela no le quitaba ojo. Decidió que su informador se había arrepentido y había decidido no asistir al encuentro. Miró por última vez entre la pesada valla hacia la Casa Blanca, suspiró y dio media vuelta, dispuesta a marcharse.
—¿Gabrielle Ashe? —la llamó el agente del Servicio Secreto a sus espaldas.
Gabrielle dio media vuelta con el corazón en un puño.
—¿Sí?
El hombre de la garita le indicó que se acercara con un ademán. Era un hombre delgado con un rostro muy poco agraciado.
—La persona que espera está dispuesta a verla —dijo, abriendo la puerta principal e indicándole que entrara.
Los pies de Rachel se negaron a moverse.
—¿Tengo que entrar?
El guardia asintió.
—Me han pedido que me disculpe por haberla hecho esperar.
Gabrielle miró a la puerta abierta y siguió sin poder moverse. «¿Qué está ocurriendo aquí?» Aquello no tenía nada que ver con lo que había esperado.
—Es usted Gabrielle Ashe, ¿no es así? —preguntó el agente, que ahora parecía impaciente.
—Sí, señor, pero...
—En ese caso le sugiero encarecidamente que me acompañe.
Los pies de Gabrielle se pusieron en marcha de golpe. En cuanto cruzó, vacilante, el umbral, la puerta se cerró de golpe a sus espaldas.