– XVIII –
Desde el lugar en que se encuentra, percibe los murmullos que llegan del interior de la bóveda, aunque no puede discernirlos. Para hacerlo debería estar más cerca, pero correría el riesgo de que Santana advirtiera su presencia.
En un momento, la conversación pareció subir de tono y tuvo el impulso de entrar, pero luego había retornado la calma y prefirió esperar, cosa que se le está haciendo muy difícil. Es un hombre de acción y su paciencia va llegando al límite. Sin embargo, debe confiar en Rouviot. Hasta el momento, le ha dado sobradas pruebas de su capacidad para manejar momentos complicados, aunque nunca uno como este. Y también está la chica, es decir que son dos las personas que corren riesgo.
Es un policía de los buenos, y siempre estuvo dispuesto a dar su vida para proteger a los otros. Además, en este caso en particular, no le queda más que reconocer que le ha tomado cariño a ese psicólogo raro que oye cosas que jamás se han dicho.
Duda si ganar tiempo pidiendo refuerzos, pero la advertencia de Pablo le resultó atinada. Está convencido de que, si Santana escuchara una sirena o cualquier otro ruido extraño, los mataría sin dudar. Había dado sobradas muestras de su capacidad para hacerlo. Así que tiene que manejar sus nervios y estar atento pues no sabe cuál será el momento exacto en que deberá jugar su rol en la resolución de esta historia.
Al pensar en eso, involuntariamente, su mano busca el arma reglamentaria. Sabe que no podrá fallar. Dante Santana no va a darle dos oportunidades.