SHANGHAI SURPRISE
(Shanghai Surprise, 1986)
Estudio: Hand Made Films. Director: Jim Goddard. Intérpretes: Madonna, Sean Penn, Paul Freeman, Sonserai Lee, Clyde Kusatsu, Víctor Wong. Duración: 94 minutos.
Se encuentra ante la gran castaña pilonga de 1986. Shanghai Surprise fue uno de tantos intentos por parte de Madonna en su lucha por salirse de su estatuto de cantante de moda en favor de otras facetas a la caza del título de «mujer del Renacimiento de los años 80». Ella, que por mucho que apostara por trabajados números escénicos en sus giras mundiales, tenía poco o nada de actriz, se logró varios papeles protagonistas para mayor gloria de sus bolsillos. Una cosa estaba clara, el ser un personaje mediático y el tener fans hace que puedas resistir la embestida de un mal guión, sobre todo si ni siquiera sabes quién era Stanislavski.
Aun así, y aunque los comentarios sobre la filmación fueron de todo menos agradables, Shanghai Surprise quedó como la exclusiva del romance entre famosos, carne de la prensa rosa tirando a granate sangriento. No, nuestra internacional Penélope «Pe» Cruz no fue la precursora. Madonna Louis Verónica Ciccone Fortín Ritchie (¿y Maradona no juega?, que exclamarían los magníficos argentinos de Les Luthiers), que por aquella década se decía salía por los barrios latinos eligiendo a dedo desde su limusina a jóvenes fornidos con los que deshogarse, había caído en los brazos de ese tipo duro llamado Sean Penn. Al pasar el ecuador de los 80, Penn continuaba manteniendo su buena racha que le tenía trabajando un año sí y otro también, sin embargo esto no quería decir que su talento fuese el que ahora conocemos. Sería a partir de El Clan De Los Irlandeses (1990) cuando el muchacho se centraría. Al final hasta se convertiría en un norteamericano concienciado, no pierda detalle.
En fin, regresemos al tema que nos ocupa. La desatada pasión entre estos tortolitos que posteriormente terminarían como el rosario de la aurora (Madonna acusaría a Sean de persona violenta y desquiciada), al menos les hizo vender algunas entradas de más, cosa que no logró un guión de lo más reprochable. La historia ambientada en la segunda mitad de los años 30 con una misionera y un buscavidas a la caza de un alijo de opio para, ojo al dato, utilizarlo con fines curativos, al final no se asemejaba a otra cosa que al refrito lógico del remake del 85 de Las minas del Rey Salomón, otro título que da para muchas risas, pero que al menos ponía a una jovencita Sharon Stone como exploradora sexy. Luego llegaría la segunda parte, otra vez con la Stone, titulada Alian Quatermain y la ciudad perdida del oro; pero ahí ya sí que pisamos arenas movedizas.
La pareja compuesta por Ciccone y Penn permanecieron casados de agosto de 1985 hasta enero de 1989. Quitando esta pantomima fílmica (Jim Goddard, te has lucido, golfo), y ciertos problemas psicológicos y de estrés por la mala vida que le daba, Sean terminó sin saberlo dando título a uno de los álbumes más reconocidos de esta cantante italoamericana. Totalmente cierto, las palabras True Blue están sacadas de una expresión que le gustaba repetir al actor. Menos da una piedra. Eso sí, el Beatle George Harrison aportó su sutil toque a una banda sonora que es lo único que merece ser recordado.