Capítulo VIII
MENUDA PAREJA DE DOS
«La verdadera amistad es una planta de desarrollo lento»
(George Washington)
En la década tratada en este libro, y generalmente centrado en filmaciones que mezclaban la acción con medidos toques de comedia, surgiría un subgénero totalmente americano conocido como buddy movies (películas de colegas, se podría traducir). En ellas, una pareja protagonista, cuyos componentes son completamente opuestos en carácter y personalidad, se ve obligada a sumar fuerzas para llevar a puerto soleado la trama elegida en cada caso. Se habla de antecedentes marcados en el cine que encumbró a Stan Laurel y Oliver Hardy, igualmente que se mira a las tiras del cómic en las que Batman se hace acompañar por un adlátere llamado Robin. Aun así, el joven compañero del Hombre Murciélago nunca será tratado con el mismo respeto o colocado a la misma altura que su jefe, por lo tanto podría aflorar cierta queja. Posteriormente, y ya en los años 70, ronda las televisiones algo más que una serie de culto. Starsky y Hutch cumple la normativa para poderse catalogar dentro de esas buddy movies, pero aún hablamos de un serial. Saltemos a la gran pantalla.
Iniciados los 80, los directores de acción deben asumir una realidad. La necesidad por parte de la población negra de sentirse identificada con los lanzamientos de lo que se conocía como Blaxploitation habían robado dólares a las cajas de películas realizadas por autores reconocidos que extrañamente vendían un mundo blanco en el que actores de otras etnias sólo llegaban a representar el otro lado de la realidad made in USA. Los protagonistas de Foxy Brown, Black Caesar, Shaft o The Mack eran ídolos que seguir, paridos desde un cine independiente que a fuerza de machacona insistencia y de poseer líneas muy claras había conseguido la catalogación de subgénero en alza. Hollywood se tenía que poner las pilas para contentar a todos, y la respuesta aterrizó con la definitiva concepción de buddy movies multirraciales.
Walter Hill se atrevió a poner la primera piedra con Limite 48 horas, largometraje que contaba como cabecera con el extraño dúo formado por Nick Nolte y Eddie Murphy. El primero, uno de los duros de la meca cinéfila que realmente se había vuelto reconocido por su trabajo en el mini serial Hombre rico, hombre pobre, y que en 1980 daba cuerpo en Heart Beat a aquel maldito de la generación beat que fue Neal Cassady. Murphy era todo lo contrario. Considerado por aquellos días como uno de los humoristas negros con más éxito, puntal del Saturday Night Live, estaba preparado para saltar a la mermelada del nuevo celuloide ochentas. Era 1982 y Walter Hill acertó de pleno. A partir de ahí se sucedieron decenas de copias, teniendo en la saga de Arma letal una de las más rentables. Ya en nuestros días, filmes como Hora punta, con Jackie Chan y Chris Tucker, vuelven a exprimir la naranja. Si hacemos caso a lo recaudado en taquilla, parece que todavía le sobra pulpa.