HEAVY METAL
(Heavy Metal, 1981)
Estudio: Atkinson Film Arts / Columbia Pictures. Director: Gerald Potterton. Intérpretes: John Candy, Richard Romanus, Harold Ramis, Eugene Levy, Marilyn Lightstone, Joe Flaherty, Rodger Bumpass, Jackie Burroughs, Caroline Semple, Don Francks. Duración: 90 minutos.
Resulta curioso comprobar cómo la famosa revista de cómic Heavy Metal en la que se basaba este clásico de la animación no inició su andadura en Estados Unidos sino en Francia. La versión original atendía al nombre de Metal Hurlant y había visto editar su primer número en diciembre de 1974, mientras que la adaptación para el mercado americano tuvo que esperar hasta abril de 1977. De la mano de Leonard Mogel iniciaría su exitosa andadura Heavy Metal, tanto en su versión en papel como en su vertiente animada. Mogel produciría esta última junto a Ivan Reitman, cuyo trabajo más importante en ese puesto hasta entonces había sido probablemente Desmadre a la americana (1978). El británico Gerald Potterton ejercería las labores de director y el pastel quedaría servido y listo para degustar.
En pocas, muy pocas veces las voces de un doblaje al español han superado las originales. En el caso de Heavy Metal la misión era difícil, y más si tenemos en cuenta que tenían que competir con las de gigantes de la talla de John Candy, Eugene Levy o Harold Ramis, entre otros. No importa, ya que todo se suple con un doblaje de lo más chispeante que nos hace mantener una sonrisa constante durante gran parte de la película, destacando a este respecto los segmentos «Harry Canyon» y «Den». No se nos borran de la memoria frases geniales como «no te hagas el longui conmigo, tronco» o reflexiones tan profundas como «imbécil o no, le di tanta caña que se puso como una moto, o a lo mejor era la primera vez que la follaba un neoyorquino» o «era una buena chica, pero se pasó un pelín» que formaban parte del vocabulario del taxista más soez a este lado de Torrente, el brazo tonto de la ley. Lo más extraño es que más de veinticinco años después las expresiones que se marcan tanto Canyon como Dan o su versión mazas Den (atentos a los pensamientos en alto de este personaje, increíblemente hilarantes) siguen haciendo la misma gracia o más que en su momento. Llámenos raros, si lo prefiere. El caso es que hoy en día tanto estos dos segmentos como varias partes de las otras cinco secciones que componían el film habrían sido tildados de chabacanos, groseros y machistas por algunos adalides de la corrección política mal entendida. A paseo con esos aguafiestas de tres al cuarto, queremos diversión y la queremos ahora.
Los parroquianos reclamando su dosis de heavy metal.
El conjunto, y la idea de Heavy Metal de concatenar diversos tipos de historias adultas repletas de mujeres en cueros, violencia y terror hicieron de esta cinta un clásico del cine de animación. Es cierto que el nexo de unión entre las diferentes secciones —representado por el segmento denominado «Grimaldi»— es endeble y que la técnica de animación haría morirse de la risa a chavales criados en el plastificado universo de la animación por ordenador, pero todo carece de relevancia cuando uno se sienta delante de la obra adaptada para la ocasión de genios del cómic como Richard Corben, Bernie Wrightson o Dan O’Bannon, cuyos terroríficos esqueletos de la sección B-l 7 recuerdan demasiado a los dibujados en la portada del álbum A Matter of Life and Death (2006) de Iron Maiden, por cierto. Quizá la única historia que no acababa de convencer era «So Beautiful, so Dangerous», curiosamente la más pretendidamente cómica de todas pero también la más anodina. Donde estén el capitán Sternn y Hanover Fiste que se quiten estas fruslerías.
Con un título como Heavy Metal y un año como 1981 la banda sonora para este largometraje estaba servida. Una colección de canciones de antología —unidas al acertado score de Elmer Bernstein, no debemos dejarlo pasar— servirían de certero fondo musical a esta fantasía en clave de dibujos animados. Blue Oyster Cult, Sammy Hagar, Trust, Grand Funk Railroad, Journey, Cheap Trick, Donald Fagen o Devo, entre otros, harían las delicias del público que se disponía a contemplar el estreno de la película en agosto de aquel año. Estará con nosotros en que Devo, Cheap Trick o Journey poco o nada tenían que ver con el heavy metal pero todo cuadra cuando se comprueba el toque kitsch tremendamente apropiado que aportaban estos temas en la trama. Para heavy metal ya teníamos a Black Sabbath con ese frenético «The mob rules» que acompañaba las sangrientas correrías de unos desalmados en el segmento «Taarna».
Heavy Metal tuvo su segunda parte en 2000, presentándonos otro correcto filme que aprovechaba los últimos avances en animación computerizada respetando el estilo bidimensional que caracterizaba al original y que, de nuevo, se hacía acompañar de una potente banda sonora. Pero, como es lógico, no logró eliminar de nuestro pensamiento el encanto de aquel disparatado clásico del año 1981.