GRANUJAS A TODO RITMO
(The Blues Brothers, 1980)
Estudio: Universal Studios. Director: John Landis, Intérpretes: John Belushi, Dan Aykroyd, Carne Flsher, Ray Charles, Cab Calloway, James Brown, Aretha Franklin. Duración: 130 minutos.
¿Qué tienen en común el productor Lorne Michaels, el Wheaton Central High School, el espacio National Lampoon’s Radio Hour, el escenario del Universal Amphitheatre, el heavy metal y una speedbalü Unicamente un nombre materializado en extremo ser humano: John Belushi. Este showman genial, que de jovencito se educó en el Wheaton Central, venía de ganarse los cuartos como colaborador en las dos versiones del National Lampoon cuando Michaels le contrató para un futuro proyecto humorístico, cantera segura de revelaciones, titulado Saturday Night Live. Allí se parieron los primeros The Blues Brothers, descolocando a propios y a extraños en un precipitado pero gratificante estreno sobre las tablas del anfiteatro Universal (ya habían alucinado a la audiencia en el citado programa televisivo). Belushi debió cambiar de chaqueta, o más bien reajustar sus gustos musicales cercanos al rock duro y el primer heavy, para adentrarse en el blues que le ofrecía el melómano Dan Aykroyd (hermano ficticio para los restos de John). Y fue una speedball, la bola rápida que mezcla cocaína con heroína, la que se lo llevó la noche del 4 de marzo de 1982, mientras preparaba a fondo un papel de yonqui para el largometraje Noble Rot.
Un triste y dramático final para un astro que nos hizo reír y disfrutar de los clásicos del sello Atlantic. Un artista que se supo emparejar con su gran amigo Aykroyd para dar al mundo una de las visiones del humor más originales y descacharrantes que se han visto. Otros han llegado, pero nadie ha superado la frescura de estos monstruos. Tampoco ellos se han visto en otra igual, sobre todo si nos referimos al hito The Blues Brothers, idea de Dan pero dirigida por el avispado John Landis. Belushi había aparecido en la filmación de Spielberg 1941, película que resultó todo un fracaso; y aunque ya había militado para Landis en Desmadre a la americana, producto del que se alimentaría —copiaría— el cine yanqui universitario hasta los restos, su puesta de gala con atuendo de oro sólo llegaría haciendo en la gran pantalla de «Joliet» Jake, uno de los dos hermanos Blues, recién excarcelado y dispuesto a cumplir «una misión de Dios». Amén a eso, bro!
The Blues Brothers quedará en la historia del séptimo arte como la obra multidisciplinar más creativa y mejor llevada en décadas. Referente indiscutible, el film no era un musical en toda regla, pero sí. Igualmente no se ceñía a las comedias tradicionales, pero también. No pretendía seguir esos cánones de los lamparazos de acción, aunque en su duración escondía lanzallamas, persecuciones automovilísticas, misiles y hasta un látigo. No era puro romance, aunque la extraña relación de Belushi con el personaje interpretado por Carrie Fisher pudiese dar a entender lo contrario (relación amor-odio, se entiende). Esta maravilla podría magnificar el universo lunático y descabellado de los mejores momentos del Saturday Night Live, añadiendo la pimienta que el dúo de pillos formado por Dan y John le aportaban con una naturalidad refrescante. Si a eso le sumamos un supergrupo de instrumentistas entre los que destacaban Steve Crooper (posiblemente el músico blanco que más ha hecho por el r&b y el soul), Donald Dunn (junto a Crooper miembro de los ilustres Booker T. And The MG’s), Tom Malone, Matt Murphy, Lou Marini o el imprescindible conductor musical Paul Shaffer (dirigiendo al combo desde las teclas), entre otros, la cosa es de pleno al quince.
Belushi y Aykroyd compartieron ilusiones nuevamente en Vecinos (1981), aunque la gesta no tenía las proporciones de su anterior contienda. El proyecto cinematográfico de Landis no sólo tenía el respaldo de un grupo nacido para durar que reinterpretaba a los clásicos de la música negra, igualmente se podía apoyar en grabaciones discográficas que no dejaban en mal lugar el honor de ninguno de sus participantes. Briefcase Full of Blues resultaría el trabajo discográfico premonitorio dos años antes de la banda sonora de Granujas a todo ritmo, un LP que aseguraba posturas para el final estallido de la banda sonora del citado film. Luego llegaría un tercero, también en directo como su debut, titulado Made in America (1980). La secuela en clave de filmación postmortem ya sería otra historia, un tributo al caído Belushi y una buena forma de sacar a luminarias que quedaron fuera en la primera (al igual que de descubrir a nuevos portentos); sin embargo la magia ya no estaba, Jake Blues se la había llevado a la tumba.