REY DE LA COMEDIA, EL
(The King Of Comedy, 1983)
Estudio: 20th Century Fox. Director: Martin Scorsese. Intérpretes: Robert De Niro, Jerry Lewis, Sandra Bernhard, Diahnne Abbott, Tony Randall, Edgar Scherick. Duración: 105 minutos.
Se dice que las raíces norteamericanas del stand-up comedy vienen de un popular entretenimiento muy de moda a finales del siglo XIX. Monólogos basados en el vodevil y las chanzas de salón, que tenían en Mark Twain uno de sus grandes valedores, resultaron la salida a la izquierda del andado camino del conocido clown circense. Luego, y ya en una franja que comprende de 1950 a 1960, estos comediantes dados a enfrentarse desde la tarima vacía a su público comenzaron a crecer y a envalentonarse, llegando a unos años 70 de pura explosión. Richard Pryor, George Carlin, Bill Cosby o Steve Martin hicieron suyos los nightclubs y salas de fiestas. En los últimos años, y ya hablando de España, nos hemos topado con una oleada de impulso en favor de esta expresión de la carcajada ingeniosa. Puntos de encuentro como Paramount Comedy o espacios como El club de la comedia han dado alas y sentido, en un país en el que lo que triunfaban hasta aquel día eran esas reconocidas comedias costumbristas, de situación o los reconocibles gags de las parejas humorísticas en candelero, a un nuevo entendimiento de la risotada casera.
¿Echará de menos Lewis a Dean Martin?
Un mundo de oportunidades que no siempre ha sido así, o por lo menos no en el caso de ese Rupert Pupkin de principios de los 80. Su interés por pasar de coleccionista de firmas a sucesor de Jerry Langford, artista que presenta un espacio televisivo de máxima audiencia, se convierte pronto en enfermiza obsesión que le llevará a urdir uno de los planes más descabellados planteados en una filmación de cine. Y sí, ahora no nos referíamos a la realidad, ya que a grandes rasgos le acabamos de poner en situación en cuanto a El rey de la comedia se refiere. Esta película pudiese parecer una comedia de acuerdo con los cánones que la recién estrenada década impondría (sobre todo si nos fijamos que recuperan a Jerry Lewis para el papel de Langford); sin embargo, nada más lejos de la realidad. El largometraje es una dura crítica al show business, al mismo tiempo que arremete contra la hipocresía y el talante que la masa aborregada demuestra en muchas ocasiones.
Robert De Niro borda a un Pupkin que no sabe distinguir entre ensoñación y verdades como puños. Un intento de cómico que se agarra al estereotipo cultural norteamericano sin ofrecer paraísos más allá de las mofas tradicionales y efectos reconocidos: hacer burla con uno mismo, reducirse a basura y desde ahí carcajearse de los defectos ajenos. Pinchando en ello, luego se crece ante los tópicos, pero carece del ritmo de una estrella. El final pareciese esperanzador en su resultado agridulce de presidio y éxito literario, pero lo más desesperante es descubrir que la única forma de ganarse a la audiencia es confesando su delito, reconociendo el secuestro de un Jerry Lewis que en su papel se escapa del maravilloso histrionismo de años mozos, acompañado por Dean «Diño» Martin, para centrarse en un austero humorista en su dorado otoño artístico. Lo que podría dar pie a una lapidación pública se transforma en una imparable consecución de risas incontroladas, creyendo el público que las charlas de Rupert (De Niro) no son otra cosa que parte de su espectáculo.
Todo el film está cargado de interesantes cameos, entre los que destaca uno de remarcable importancia generacional. Tres de los miembros de los británicos The Clash, banda que supo fusionar el punk con mil y un estilos musicales, hacen de gamberros barriales. En los créditos finales se les nombra como «street scum» (basura callejera), y ellos no son otros que Mick Jones, Joe Strummer y Paul Simonon. Ellen Foley, pareja por aquellos días de Jones, también tiene su pequeño espacio, pero la gracia por parte de Martin Scorsese —que igualmente tiene sus minutos de gloria en pantalla haciendo de «man in van»— es digna de elogio como referente contracultural de finales de los 70.