MÁS VALE MUERTO
(Better off Dead, 1985)
Estudio: Warner Bros. Director: Savage Steve Holland. Intérpretes: John Cusack, David Ogden Stiers, Kim Darby, Demian Slade, Scooter Stevens, Diane Franklin, Curtis Armstrong, Amanda Wyss. Duración: 98 minutos.
El surrealismo y la comedia negra dándose la mano en lucha por llevar a buen puerto un largometraje bizarro de Savage Steve Holland. No way, que dicen por la ciudad de Woody Allen. John Cusack no estaba lo bastante maduro en su faceta de actor como para lograr llevar las riendas cual solista meritorio. Sin embargo, y lejos de tener ese momento generacional a lo John Hughes, Holland crea una suerte de coctelera en la que agitar todas sus inquietudes creativas. La locura era cosa hecha.
Pero no son precisamente lágrimas lo que el espectador derrama al enfrentarse a Better off Dead, ya que mientras la trama se ciñe a la tradición norteamericana adolescente —sí, con intentos de suicidio, pero predecible—, el sueño de la sorpresa se hace realidad gracias a diversos gags recurrentes que dotan de un ritmo inesperado a la filmación. Destacar dos de ellos que serán clave ideal para magnificar lo insignificante. Por un lado una pareja de hermanos japoneses que pasan las 24 horas del día «apatrullando» la ciudad en busca del protagonista Lane Meyer (Cusack); unos tipos desquiciados que no paran de retar en continúa carrera automovilística al protagonista. Así la cosa parece zafia y sin tocino, pero el descubrir que uno de ellos no entiende ni papa de inglés y que el otro ha aprendido la lengua de Ronald McDonald (;o sería mejor decir Reagan?) gracias a los comentaristas deportivos (lo que le hace retransmitir cualquier escena cotidiana), en fin, el desmadre de lo absurdo cobra forma.
Por otro lado tenemos a ese inagotable infante, ese jovenzuelo a una bicicleta pegado, y pegado a su brazo un periódico enrollado. Y no es poesía callejera, simplemente nos referimos a un paperboy de manual que muta en fiera sanguinaria cuando la familia de Lane no le paga la cuota por su labor de repartidor matutino. Desde ese momento perseguirá día y noche a John Cusack sin descanso, abriendo pequeños rincones que conforman la ocurrencia repetitiva de la que ya hablábamos. Ninguno de ellos importa realmente en la trama central, por lo que maduran paraísos que rompen la línea argumental y desbordan lo en ocasiones taciturno del proyecto.
Si a todo lo citado le añadimos un puntal como el hermano menor de Lane Meyer, una mente superdotada que lo mismo te monta un arma de rayos láser como en un periquete le pasa la revisión a un cohete espacial, amigo lector, aún tiene futuro esta jugarreta. Ahora bien, ni esto ni una banda sonora dada a la engañifa podrán jamás poner Más vale muerto a la altura de Todo en un día. Y esto último sobre la música de marras sale a colación pues la pequeña gran estafa que le colaron al público norteamericano fue de padre y muy señor mío. En la película se dejaban querer composiciones como el «Foxy Lady» de la Jimi Hendrix Experience, un dulce en melodías «Breaking up Is Hard to Do» de Neil Sedaka, «Everybody Wants Some» de los rock stars Van Halen o el siempre a punto «Fifty Ways to Leave your Lover» parido por Paul Simón, entre otros. Aun así, y aunque el acierto pareciese indudable, al acercarse a las tiendas a adquirir tan grata compilación de joyas el comprador se topaba con una realidad bien distinta. Rupert Hiñe, productor y encargado del score, monopoliza la grabación con sus fruslerías dejando fuera tanta canción salvavidas (o películas, según se mire).
¿Problemas económicos a la hora de invertir? Está claro que Simple Minds no pensaban pasarse a entonar alguna hermana de «Don’t you (Forget about me)», por lo que los mínimos arrestos en este sentido terminaron por ensombrecer el después, eso que en el campo del marketing se conoce como fidelización del cliente. Campanazo y sordera. La próxima vez pruebe con un sonotone. Eso sí, los amantes de la nieve en polvo —no nos ponga ojos de reproche, nos referimos al gélido elemento montañero— al menos gozaron de las vistas tomadas en Snowbird, Little Cottonwood Canyon.