BLADE RUNNER
(Blade Runner, 1982)
Estudio: Blade Runner Partnership / The Ladd Company / Warner Bros. Director: Ridley Scott. Intérpretes: Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, Daryl Hannah, M. Emmet Walsh, William Sanderson. Duración: 114 minutos.
«¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?». Era la cuestión que se planteaba en 1966 Philip K. Dick en su novela del mismo título. Una simple y escueta (al tiempo que genial) pregunta que encerraba toda una serie de disquisiciones que serían explotadas por una película que, a pesar de su desastrosa recepción en el momento de su estreno, estaba llamada a convertirse en uno de los más celebrados clásicos de la ciencia-ficción. Rindámonos al encanto de Blade Runner.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
El guión de este film de culto transformado en todo un fenómeno social se inspiraba en la hoy ya archiconocida obra del escritor estadounidense, aunque no seguía al pie de la letra la historia desarrollada en aquel sensacional y visionario trabajo literario. Sería Hampton Fancher quien daría forma definitiva al guión de Blade Runner, basándose en el universo de la novela, expandiéndolo y combinándolo con una creación propia de título Dangerous Days. Lo que nació como una película de bajo presupuesto mutó, del mismo modo que Bruce Banner se convierte en El Increíble Hulk, en un monstruoso proyecto de 28 millones de dólares. Proyecto que, vistos sus catastróficos resultados de crítica y público —y es que parecía que nadie terminaba de entender la película— en los primeros meses de exhibición, amenazaba con sepultar de un plumazo la carrera cinematográfica de Ridley Scott. Afortunadamente la sangre no llegó al río y Scott nos legaría peliculones como Thelma & Louise, Gladiator o la más reciente American Gángster.
Ríos de tinta han corrido comentando una y otra vez los diferentes montajes y versiones que existen de Blade Runner. La realidad es que la cinta que se estrenó en 1982 no satisfizo por completo al realizador británico, de manera que una década después vería la luz el «montaje del director» que prometía ser la edición definitiva del clásico.
No es Billy Idol, es Rutger Hauer.
La historia no terminaría ahí (en la versión de 1992 Scott se limitó a dar una serie de instrucciones sin implicarse por completo en el proyecto), sino que en 2007 se presentaría tanto en las pantallas de cine como en el mercado del DVD la auténtica versión final de Blade Runner. La atenta supervisión de Ridley Scott en todo momento permitió la mejora de aspectos como los efectos visuales, el color y el sonido y la reconstrucción de escenas que no pudieron ser pulidas en su momento debido a limitaciones de la técnica existente a comienzos de los 80.
La influencia de Blade Runner en la cultura popular en las décadas que siguieron a su estreno es inconmensurable y abarca los más diversos ámbitos, incluyendo la arquitectura y otras manifestaciones artísticas. Por supuesto, el film recibió su merecida adaptación al mundo de los videojuegos, en forma de una aventura gráfica que superó todas las expectativas. No faltaban en aquella obra de arte computerizada los pixelados reflejos (cambiados de nombre para encajar con la trama creada para el juego, aunque perfectamente reconocibles) de Deckard, Rachael y Roy Batty, el personaje que recitaba aquel monólogo en el que todos los instantes se desvanecían como lágrimas en la lluvia con el agónico colchón de sintetizadores de Vangelis de fondo.
Indudablemente, la cuestión que más polémica ha suscitado entre todos aquellos que alguna vez han visto Blade Runner reside en el hecho de saber si Deckard es un replicante o no. Todas las dudas deberían quedar despejadas si tenemos en cuenta que para Hampton Fancher (el guionista), Ridley Scott (el director) y Michael Deeley (uno de los productores) Deckard es un replicante de la serie Nexus 7. Quizá Harrison Ford también sea uno de ellos, aunque de la facción más cabreada, vistas sus declaraciones —vertidas con cuentagotas, por cierto— poniendo a caer de un burro semejante obra de arte cinematográfico. Señor Ford, le acabamos de hacer el test Voight-Kampf y tiene usted todas las papeletas. Tenga cuidado de no retirarse a sí mismo la próxima vez que se mire al espejo.