SCANNERS
(Scanners, 1981)
Estudio: MGM. Director: David Cronenberg. Intérpretes: Stephen Lack, Michael Ironside, Patrick McGoohan, Jennifer O’Neill, Lawrence Dañe, Robert A. Silverman, Lee Broker, Sonny Forbes. Duración: 98 minutos.
En 1980 Stephen King, el autor que terminaría la década como maestro del terror literario, publicaba su novela «Ojos de fuego». Un año después llega a las pantallas Scanners de David Cronenberg. ¿Casualidad? No seremos nosotros los que acusemos al cineasta de poco imaginativo conociendo la trama de King, con esa historia en la que el gobierno juega a conejillos de indias con personas poseedoras de poderes psicoquinéticos. Sin embargo, y aunque David asegura que la filmación nace de sus discursos filosóficos interiores, la iniciativa huele a surfista que no quiso perder el empuje de una ola tan recomendable. Hasta 1984 no llegaría alas salas la versión oficial del libro, es Firestarter dirigido por Mark L. Lester.
Pero centrémonos en el logro de Cronenberg y sus Scanners. Estos personajes oscuros que dirigen la mente del populacho a voluntad y hacen estallar cabezas a la primera de cambio, resultaron con el tiempo su puerta grande para acceder a la elitista habitación dedicada a los cineastas de culto. Se había iniciado como director de largos en 1966 (Transfer), aunque con la llegada de los 80 encontraría terrenos en los que plantar su irreal visión al igual que su dura crítica a la sociedad capitalista imperante. Videodrome, La zona muerta y La mosca le hicieron un creativo reconocido, aunque sería gracias a su película del 81 con la que tensaría su certero arco. Aun así, no es oro todo lo que reluce en la citada historia.
Scanners, estructurada como un thriller futurista, cargado de intrigas, persecuciones y alguna que otra conspiración, resta finalmente como una producción parca en medios que realmente se centra en el enfrentamiento entre Cameron Vale (el bueno) y Darryl Revok (el más malo que pegar a un padre). Y su gran aportación como actores se basa en tirarse todo el metraje «empujando», que diría Mr. King en «Ojos de fuego». Su cara de presión, de esfuerzo en favor de obligar a sus contrincantes a hacer cosas contra su voluntad —cuando no se les va la mano, y lo ponen todo perdido—, es el mayor reto propuesto a los miembros del reparto que les toca jugar el papel de esos seres extraños capaces de ejercitar a su antojo la telepatía y la telequinesis.
Lejos de anclar lo comentado una cinta que evoluciona hasta la casquería justificada y puntual, la fuerza de sus escenas convirtió a Scanners en título de referencia. A lo largo de los años ha sido citada o recordada en los más dispares espacios televisivos o largometrajes; desde el serial Mystery Science Theater 3000 al programa humorístico Saturday Night Live, pasando por films como Tommy Boy o El mundo de Wayne. Tal fue el impacto que los avispados productores dieron el sí quiero a lo largo de los años 90 a gran cantidad de secuelas o series paralelas paridas a partir de uno de sus personajes (spinoffs). Así aparecerían las dignas de ser descartadas Scanners II: the New Order, Scanners III: the Takeover, Scanner Cop o Scanners: the Showdown.