PEQUEÑA TIENDA DE LOS HORRORES, LA
(Little Shop of Horrors, 1986)
Estudio: The Geffen Company. Director: Frank Oz. Intérpretes: Rick Noranis, Ellen Greene, Vincent Gardenia, Steve Martin, Tichina Arnold, Mlcheile Weeks, Tisha Campbell, Levi Stubbs. Duración: 88 minutos.
Para comprender la génesis de esta película musical de culto —lo cual viene a significar que en su día no se comió un colín aunque hoy es venerada— es necesario pisar tres escalones. El primero toma forma en The Little Shop of Horrors, la comedia negra dirigida por Roger Corman en 1960. La segunda parada nos conduce al espectáculo de Broadway con música de Alan Menkes y letras de Howard Ashman basado en aquel film y estrenado con parabienes de crítica y público en 1982. El desenlace se concreta en La pequeña tienda de los horrores, la adaptación al celuloide de la obra teatral.
Llevar a la pantalla grande un musical como el de Menkes y Ashman no fue una tarea sencilla. Se prescindió del reparto original que actuaba en los teatros a excepción de Ellen Greene (Audrey), optando por un elenco estelar conformado por muchos de los grandes nombres de la comedia americana en aquellos días. El apocado Rick Moranis se destacó como el más apropiado para dar vida a Seymour Krelborn, muchacho de existencia gris que verá cambiar las tornas de su destino gracias a una descarada planta carnívora procedente del espacio exterior a la que bautiza Audrey II en homenaje a la chica por la que suspira a diario. Vincent Gardenia se metía en la piel del cascarrabias señor Mushnik, dueño de la tienda donde se ganan los cuartos Seymour y Audrey. Cerrando el triángulo amoroso asomaba Steve Martin en su fantástico papel del dentista sádico Orin Scrivello, que protagonizaba uno de los números más logrados de La pequeña tienda de los horrores. Solamente de espectacular se puede calificar el tema «Dentist» en el que hace su entrada triunfal en la cinta un Martin en estado de gracia. No menos mítico es el duelo entre Martin y Bill Murray, interpretando este último (diálogo totalmente improvisado, por cierto) al masoquista Arthur Dentón que las goza con las dolorosas artes del doctor.
La pequeña tienda de los horrores, entre la comedia y la sobrealimentación indigesta para plantitas mayores de edad.
Si había alguien que pudiera insuflar vida a la planta carnívora esa era la factoría de Jim Henson. Dicho y hecho, y finalmente todo quedaría a pedir de boca, con una Audrey II que lucía en pantalla unos movimientos prácticamente perfectos a los que sólo faltaba acoplar una voz apropiada a tan singular personaje. Los astros se alinearon y Levi Stubbs, miembro de los Four Tops, se ocuparía de dar la pincelada maestra a Audrey II. No sería el único homenaje a las agrupaciones negras de los 60, ya que las tres chicas que aparecían insistentemente en los números musicales atendían a los nombres de Ronette, Crystal y Chiffon (parafraseando los nombres de tres de los más conocidos girigroups de aquella década). Con estos ingredientes, no resulta complicado adivinar el sonido que evocaba la filmación, de marcado y alegre carácter retro.
Sin embargo, todo habría quedado en agua de borrajas sin la mano de un director capaz de plasmar en el celuloide los números musicales que divirtieron al respetable en la obra de Broadway. Frank Oz se mostró brillante en su labor, creando planos y movimientos de cámara cargados de dinamismo y vida que conseguían introducir al espectador en el particular y alocado universo de La pequeña tienda de los horrores. A pesar de todo, el film terminó pasando sin pena ni gloria por las pantallas y logrando una recaudación ligeramente superior al presupuesto invertido. Los Oscars también se resistieron al encanto de la cinta, y ninguna de las dos nominaciones —mejores efectos visuales y mejor canción original por «Mean Green Mother from Outer Space»— dio la estatuilla deseada. Aliens y Top Gun tienen la culpa.