CHICO DE ORO, EL
(The Golden Child, 1986)
Estudio: Paramount Pictures / Eddie Murphy Productions. Director: Michael Ritchie. Intérpretes: Eddie Murphy, Charlotte Lewis, J.L Reate, Charles Dance, Victor Wong, Randall «Tex» Cobb, James Hong. Duración: 91 minutos.
La evolución de ciertos proyectos cinematográficos desde su concepción inicial hasta su estreno en las salas comerciales resulta en ocasiones curiosa e incluso en determinadas instancias sorprendente. Pongamos por caso El chico de oro, esa entretenida película que durante los años 90 sería repuesta hasta la saciedad en aquella nuestra pantalla amiga (sí, entonces todavía se la podía llamar así, hoy es cada vez más un emisor masivo de publicidad; y nos quejábamos entonces…). El proyecto embrionario contempló a John Carpenter como director —quien finalmente optó por rodar Golpe en la pequeña China—, a Mel Gibson como protagonista y a John Barry como músico encargado de la banda sonora. Incluso el género propuesto difería radicalmente del concepto final, ya que pasó de ser una película seria de aventuras a una comedia con elementos de aventuras y acción. Todas aquellas variaciones pasaron necesariamente por los cambios en los roles de director y actor protagonista, desempeñados finalmente por Michael Ritchie y Eddie Murphy, respectivamente.
Con Ritchie y Murphy a bordo el giro en el concepto fue radical. Ritchie acabaría especializado en comedias durante los años 80 (citaremos Fletch el camaleón, Gatos salvajes y Los pacientes de un psiquiatra en apuros como paradigmas al respecto), y tampoco vamos a descubrir ahora a un Eddie Murphy crecidísimo por aquel entonces y ya encumbrado como uno de los mejores cómicos de su generación. El argumento tiraba del clásico tópico del «héroe por accidente», un Chandler Jarrell (Murphy) que terminaba envuelto sin comerlo ni beberlo en una peligrosa aventura en su afán de proteger al chico de oro, niño tibetano que realmente era una fémina (la actriz infantil J. L. Reate), del demonio encarnado Sardo Numspa y sus secuaces. Todo ello para salvar al mundo de convertirse en un verdadero infierno, aunque como bien apuntaba Jarrell, ¿acaso no lo era ya en determinados aspectos el mundo de 1986? A lo largo del film, Murphy se transformaba en el auténtico foco de la cinta gracias a sus geniales bromas y chascarillos ocurrentes, y realmente acababa importando poco qué pasaba con el chaval de oro de la cara de poker. Como trama secundaria de la película aparecía el romance de Jarrell, El Elegido, con Kee Nang (Charlotte Lewis), que generaba alguna que otra situación cómica.
Como malvado de El chico de oro, esa suerte de cruce entre Alan Rickman y Tino Casal, se alzaba el casi inexpresivo «Numsy» (así le llamaba Murphy cariñosamente), interpretado por un Charles Dance que en los últimos minutos de la cinta mostraba su verdadera naturaleza en unas secuencias bastante logradas llevadas a buen puerto por el equipo de Industrial Light & Magic. No estuvieron tan acertados en una escena anterior en la que Dance se metamorfoseaba en rata y viceversa, secuencia resultona aunque ciertamente mejorable. Pero claro, era 1986 y la técnica del morphing por ordenador todavía quedaba lejos.
Hace unas cuantas líneas citábamos a John Barry como músico original de El chico de oro. Si se está preguntando qué pasó con él, sencillamente se retiró del proyecto en mitad de la fase de producción, aunque algunas de sus composiciones permanecieron en la versión definitiva. El grueso de la banda sonora sería completado por Michel Colombier, creador de un score de marcadas tendencias pop, ochentero a más no poder y en perfecta sintonía con la atmósfera cachonda y distendida de la película.
El chico de oro cumplió con creces sus objetivos, obteniendo una recaudación más que respetable tanto en las salas de cine como en su posterior publicación en formatos de vídeo doméstico. Más de dos décadas después de su estreno, esta película todavía despide sus positivos efluvios de diversión sana, ligera y para todos los públicos, y esto siempre es de agradecer.