AULLIDOS
(The Howling, 1981)
Estudio: AVCO Embassy Pictures. Director: Joe Dante. Intérpretes: Dee Wallace, Patrick Macnee, Dennis Dugan, Christopher Stone, Belinda Balaski, Kevin McCarthy, Robert Picardo, John Carradine. Duración: 88 minutos.
Un Joe Dante envalentonado tras el relativo éxito de Piraña (1978) acabaría en 1981 viendo estrenada su segunda incursión en el género del terror: Aullidos. Después de aquel film que parodiaba los sangrientos aleteos de Tiburón (contó con el beneplácito de Spielberg, quien pudo ver la película antes de estrenarse) llegaba el turno para uno de los monstruos clásicos del cine de terror: el hombre lobo. El argumento iba algo más allá del mero ataque despiadado de hombres —y mujeres, que de todo hay en la viña del señor, como se puede comprobar en Aullidos— transformados en bestias con ansias irrefrenables de matar, habida cuenta del toque psicológico y hasta sociológico que se le trató de dar a este largometraje. De cualquier manera, hoy se recuerda principalmente a esta cinta por sus espectacularmente realistas efectos especiales, obra del equipo de Rob Bottin y supervisados por el maestro del maquillaje cinematográfico Rick Baker.
Después de un inicio impactante con esa periodista intrépida y bastante inconsciente (Dee Wallace) que actúa como cebo para poder atrapar a un asesino en serie que resultará ser lo que usted imagina es cierto que el film entraba en una dinámica lenta y por momentos cansina, porque en una película de terror lo que uno espera son sustos y de esto había poco o nada durante aproximadamente media hora de metraje. Poco tenían que ver esos minutos con lo que posteriormente ofrecería Joe Dante en clásicos ochenteros como Gremlins, Exploradores o El chip prodigioso, pero tras este dubitativo inicio el film penetraba en la verdadera razón de ser de esta cinta: la bestia contra el hombre, el impulso primario contra la razón; en definitiva, la eterna lucha entre bien y el mal. La escena antológica llegaba con la impresionante transformación —incluso vista hoy en día, no se vaya usted a creer— de Eddie Quist (Robert Picardo) en un imponente lobo que persigue de manera incansable a la pobre Karen White a lo largo y ancho de La Colonia, esa especie de centro terapéutico dirigido por el doctor George Waggner que esconde una terrible verdad. El elevadísimo y casi enfermizo grado de detalle de la metamorfosis dejaba en pañales a muchos de los efectos especiales que se habían podido ver hasta el momento, excepción hecha de Rick Baker y su trabajo en Un hombre lobo americano en Londres (1981), que finalmente sería merecedor del Oscar de la Academia. Posteriormente se hablaría de la extraordinaria conversión de Jack Nicholson en Lobo (1994), pero los efectos especiales de Aullidos todavía permanecen en lugar de privilegio si tenemos en cuenta el año en el que se realizaron. La segunda mitad de Aullidos recuperaba al Dante que todos conocemos: ingenioso, efectivo y con gran sentido del ritmo cinematográfico. No faltaban las triquiñuelas y los giros inesperados en la trama, además de esa característica «sorpresa final» que todo buen filme de terror debe guardar para sus últimos minutos. Si le decimos que el plano final de The Howling muestra una hamburguesa friéndose en una plancha seguramente pensará que nos hemos vuelto locos con esta afirmación, pero todo cobra su sentido con el visionado completo de la cinta. Después de los títulos de crédito llegaba una nueva sorpresa en la que Joe Dante guiñaba un ojo a aquel clásico de clásicos del cine de terror titulado sencillamente El hombre lobo (1941). No era el único guiño a sus predecesores en esto de inmortalizar el mito del licántropo en el celuloide, ya que multitud de personajes de la película tenían nombre de directores antecesores de Dante en este subgénero, aparte de ciertos libros que aparecían en algunas escenas e incluso una foto de Lon Chaney colgada en una pared.
Como ya ocurriera con Piraña, Aullidos generó multitud de secuelas a cual más lamentable, muchas de ellas alimento perfecto para los videoclubs de la época. Aquellos entrañables lugares que nutrieron de películas —o de amagos de ellas— aquellas tardes de sábado o domingo en las que no quedaba nada mejor que ponerse delante del televisor, meter la cinta en el VHS (o Beta, o Video 2000 para los más outsiders) y tratar de sacarle el jugo a las imágenes que salían de la pantalla. Por otro lado, los distribuidores en España de ciertas películas, tan aprovechados como siempre de todo lo que huela a «marca registrada que vende», no dudaron en titular Aullidos en nuestras latitudes al filme de terror The Breed (2006), dirigido por Nick Mastandrea y producido por Wes Craven. Aquella película tenía más de Cujo (donde curiosamente también asomaba como protagonista Dee Wallace) que del clásico de Joe Dante pero ya sabe: a río revuelto, ganancia de pescadores.