MAL GUSTO
(Bad Taste, 1987)
Estudio: WingNut Films / New Zealand Film Commission. Director: Peter Jackson. Intérpretes: Peter Jackson, Terry Potter, Pete O’Herne, Craig Smitti, Mlke Minett, Doug Wren, Ken Hammon. Duración: 92 minutos.
Una de las frases más aireadas en televisión, sobre todo cuando se trata de justificar cosas difíciles de explicar, es aquello de «todos tenemos un pasado». En el caso de Peter Jackson esos años mozos pasan por recordar su primera incursión en el mundo del largometraje, asalto a la gran pantalla que atendía al revelador título de Mal gusto. Esta infame cinta, que llegaría a ser estrenada comercialmente en las salas de varios países, alcanzaría con los años la categoría de curiosidad digna de ser investigada para los fans más desquiciados del séptimo arte.
Durante cuatro años el neozelandés Peter Jackson, acompañado de varios de sus mejores amigos, daría forma a una de las películas más cutres de todos los tiempos por derecho propio. La larga duración del rodaje se explica por el hecho de que la película fue filmada únicamente en los fines de semana. El propio Jackson se reservaría para sí dos de los papeles —Derek y Robert— de esta película carente de guión y lógica que tomaría su inspiración de títulos como Posesión infernal de Sam Raimi y un buen puñado de engendros fílmicos encuadrados en lo que se conoce como serie B. Sea como fuere, hay que reconocer el mérito de un Jackson capaz de finalizar un proyecto financiado y producido casi en su totalidad por él mismo, contando únicamente con un mínimo apoyo de la New Zealand Film Commission cuando la película estaba prácticamente terminada. Y todo a pesar de que llamar película a algo como Mal gusto se hace harto complicado.
La historia tira de tópico tras tópico del cine de terror y de ciencia-ficción buscando en todo momento la parodia y la vena cómica del subgénero del cine gore, campo que Jackson volvería a tocar, contando ya con un mayor presupuesto, en 1992 con Brainhead (pásmese usted con el subtítulo que le pusieron en España: Tu madre se ha comido a mi perro, esto ya roza lo enfermizo). Un disparate similar al mostrado por películas más recientes como Planet Terror aunque claro, en el caso de Mal gusto el cutrerío no tiene nada de plastificado y sí de real. Por el camino quedan escenas casi vomitivas —nunca mejor dicho si recordamos una de las secuencias más desfasadas del film que no reproduciremos para no revolverle el estómago— y un despliegue de visceras y «guarreridas» (como diría Chiquito de la Calzada) verdaderamente exagerado. En cualquier caso, y hay que decir que a pesar de todo, el tratamiento que se le aplica es tan absurdo que uno no puede sino sonreírse ante determinadas secuencias y comprender que Mal gusto es pura y llanamente un divertimento basado en el humor negro. Para gore desagradable ya tenemos el cine de Tarantino, ejemplificado en la escena que involucraba un policía y una oreja en Reservoir Dogs.
Mal gusto es, por lo tanto, un mero entretenimiento que debe ser necesariamente tomado como un ensayo y un aprendizaje para un cineasta que en su madurez artística ha logrado cotas notablemente altas. Para nosotros, los espectadores, la cinta queda como una diversión que hace de lo cutre y la exageración alarde y bandera. Un largometraje no apto para estómagos sensibles y mentalidades de la época del caldofrán.