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MARCO
¡Qué cuadrado está el mar!
Tiene
costas inverosímiles,
cuatro lindes de oro.
Su corazón titánico
palpita en un espejo.
Tempestades copiadas
quiebran altas espumas
contra listones frágiles
que lo apaciguan todo.
Entras; y en el azogue
donde
tormenta septembrina
se ciñe, lucha y muere,
claro jirón se abre
al par —otro y lo mismo—
que te miras, sonrisa.