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PLACER, A LAS ONCE
El arcángel del domingo,
de paz arcángel guerrero,
estandartes desplegados
las horas de la mañana,
contra enemigo, el misterio.
Del hombro cuelga la aljaba
toda llena de alfabetos:
las letras que clavará
—¡qué propaganda del gozo!—
luminosas en el cielo.
Ya se le alistan detrás
voluntarios de lo cierto:
maquinaria americana,
ágiles volatineros.
¡Cómo empuja el mar sus olas
de sonrisas contra ceños!
El niño blande su espada:
«¡Sí, porque sí, porque sí!»,
toda afilada de quieros.
Escuadrones de cien voltios
alancean los reflejos.
Y van las voces redondas,
lunas llenas por los cielos,
en su perfil encerradas
sin servidumbre a los ecos.
Caprichos salteadores
risueñamente le quiebran
la cerradura al secreto.
El secreto, cascabel.
Suena, solución perfecta,
suena la alegría dentro.