5
LA ESTATUA
Ojalá no fueras nada,
tú, de piedra, más que tu piedra.
Ojalá no fueses
más que una materia, dura,
áspera y noble,
en el berrocal sin flor.
Esos brazos que te echaron,
esa sonrisa mentida,
la carne que estás fingiendo,
todo se me olvida a mí
en la punta de los dedos,
en ese tacto tan puro,
con que vuelves a tu ser
piedra, con alma de piedra;
a ser lo primero, tierra,
lo primero que tú eras,
lo primero
(pero no esa forma falsa)
que fui yo.