18
LA DESTERRADA
Tú, ruiseñor, que solías
despertarme al quiebro del alba,
¿por qué me dejas dormir
hasta la luz alta?
¿Será porque yo me vine
—soy la extrañada—
mientras se quedó tu canto
tan buena ausencia guardándome,
junto a mi ventana?
¿Porque estoy yo aquí, será,
de ti distanciada,
por horas, horas y horas,
por tierras y mares anchas?
¿Por qué yo estoy aquí y tú
estás donde estabas?