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Octubre era noche,
Los granos de trigo,
apenas del surco,
germinaban ya
futuros trigales,
otros y los mismos.
Brazo de sembrar
estaba rendido.
Y entonces la nube
de lluvia callada
en noche de octubre.
Junio moceaba.
El pan era trigo,
el gozo esperanza
y el futuro tarde
de estío garrido.
Y entonces la nube
negra, torva y lenta,
nube de pedrisco
en tarde de estío garrido.
Años abolidos,
sin junio ni octubre,
y el tiempo infinito.
En la tarde ancha,
una nube sola.
En la tierra, nada
—ni temor ni espera—
sembrado o crecido.
Y en la nube —imán
de íntimos aceros—,
vacíos espléndidos
de arrebol y oro;
en la nube, nada,
ni agua ni pedrisco.