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REDONDEZ
I
Cuando ya va claro el río
abril pone su academia:
pájaros, maestros,
por las alamedas.
Aves con pico de oro
del alba a la noche enseñan
sus sabidurías
a las hojas tiernas.
Escucha el follaje párvulo
doctrinas de antigua escuela:
pío de gorrión,
lección de oropéndola.
II
El agua del río es moza;
sin pensar corre, ligera.
Árboles de la orilla
por ella piensan.
Saber que aprenden de aves
hoja por hoja lo entregan
en trémulos reflejos
a aguas doncellas.
Pliegos tersos brinda el río,
sol y sombra traen su imprenta:
lo que en ramas cantaba
ya corre en letras.
Recados de aves y frondas
feliz la corriente lleva.
¡De prisa va, de prisa,
que es mensajera!
III
¡Cuánto bosque, cuánto trino
el río al mar acarrea!
Entre márgenes verdes,
la gaya ciencia.
Al corazón océano
mirlo, chopo, alondra, llegan.
Rindió el río viaje,
muere sin pena.
Marineros de los barcos
oyen, cuando el alba quiebra,
son de frondas y píos:
creen que sueñan.
No, por el río vinieron.
Sí, de ellas alamedas.
A las olas añaden
más primavera.
IV
Ya se ha cerrado un anillo;
hay algo que se completa.
Ruiseñor posa en espumas,
las frondas son marineras,
el cielo se vuelve al mar
y el mar al cielo regresa.
Eslabonada se siente,
total unidad, la tierra.
Y el himno se reconoce
ya su magia, la secuencia.
Un mundo rueda, tranquilo.
¡Qué redondez tan perfecta!