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ESTACIÓN
Pregonada ciudad, villa en el aire,
tú, nunca vista.
Tú, que me despertaste
de un sueño sobre ruedas
erigiendo
en las ondas del viento
tu ausencia con tres sílabas.
(Ella, la titular, la de tu nombre,
estaba arriba,
arropada en la noche con su audiencia,
su obispo y su casino.) Mientras, tú,
la suplantadora,
mágica villa acústica,
me entregabas tus llaves al oído.
¡Qué ciudad temblorosa de un minuto,
con notantes banderas, sin historia,
hecha y deshecha en un minuto!
Y yo tu emperador, en un paréntesis
del sueño, encanto esdrújulo.
De ti, no de la otra
amarrada a sus siglos,
de ti, mía, instantánea,
voz y sonido puros contra piedras.