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PÁJARO Y RADIO
Feliz amante, duerme la pradera
en brazos de su estío,
cuando inician la máquina y el pájaro
un dúo, de improviso.
Allá, muy lejos, treinta violines
dibujan una pena;
y prodigios del aire la convierten
en mágica presencia.
Aquí, entre espesas frondas celadoras,
cumple pájaro solo
empleo que los siglos le confían:
ser ministril del gozo.
Bastidores, choperas, cerros dulces,
verdes anfiteatros,
a este dúo a distancia y que se ignora
erigen escenario.
Público de follajes y sus sombras
embelesado escucha:
su aplauso, de tan tierno, se confunde
con aires que susurran.
Premio apenas visible, filigrana
por la brisa flotando,
sin decidir va y viene, tornadiza,
la joya del vilano.
De pronto en aquel lejos ¡y tan junto!
se desmayan las cuerdas.
En la escena asombrada, la alegría
dueña, sola, se queda.
Trino más trino, el ave su victoria
proclama en trono verde.
De triunfos embriagado, por fin deja
que un vuelo se lo lleve.
Ya sin actor ni drama, va la tarde
sus telones plegando.
Las largas sombras, mudos tramoyistas,
desarman el tinglado.
Si hay penas o alegrías, ¿quién lo sabe
ahora? Todo se calla,
Melifica otro ocaso el horizonte
y la paz se restaura.