Andabas por tierra firme
con ciencia de equilibrista
y pirueta de peligro,
como el que va por maroma
sobre el abismo tendida.
Pero nadie se rió.
Porque un día, al tropezar
—y andabas por tierra firme—
te hiciste el alma pedazos.
¡Y verdad te fue la muerte,
volatinero fingido!