9
EL MAL INVITADO
Quedarme aquí
en esta casa,
donde estoy de paso.
Y lo que cogen los ojos
con torpe prisa de avaro
—ángulo, relumbre en sombra,
hoja y cielo en la almohada—,
visto al fulgor del momento,
y lo que agavillan ansiosos,
para llevárselo,
verlo despacio,
a luz de sol y de luna,
a luz de estío y otoño,
a luz de goce y de pena.
Verlo tanto,
que esto que me queda ahora
clavado e inolvidable
como el más alto cantar,
esto, que nunca se olvidará
en mí, porque fue del tiempo,
de tan mío, de tan visto,
de tan descifrado, fuera
eternidad, lo olvidado.